La astronomía y las leyes de la naturaleza

La primera ciencia que introdujo en los espíritus la idea de las leyes de la naturaleza y de su permanencia fue la Astronomía; también a ella se debe la limitación que impuso al elemento sobrenatural, al milagro, excluyendo de los grandes fenómenos cósmicos la intervención de la voluntad particular, y ante la seguridad de sus predicciones desaparecieron los terrores supersticiosos que causaban los eclipses, cometas, etc.

Golpe más terrible aún contra las ideas sobrenaturales fue el que resultó del lugar secundario a que quedó relegada la Tierra, y por consecuencia el hombre: negando la subordinación del universo a la Tierra y al hombre, transformando, ya que no destruyendo por completo, la doctrina de las causas finales, minó por su base todas las revelaciones y todas las religiones, y fácilmente se explica la repugnancia instintiva con que acogieron los espíritus religiosos el sistema de Copérnico, la reacción de Tycho Brahe y el encarnizamiento obstinado de la curia romana contra Galileo.

Para terminar estas consideraciones sobre los caracteres generales de la ciencia astronómica, citaremos el párrafo siguiente debido al gran Laplace. “Es la Astronomía, por la dignidad de su objeto y la perfección de sus teorías, el monumento más hermoso del espíritu humano y el título más noble de su inteligencia; seducido por las ilusiones de los sentidos y por el amor propio, consideróse el hombre largo tiempo como centro del movimiento de los astros, siendo castigado su vano orgullo por los terrores que esos mismos astros le inspiraban. Finalmente, muchos siglos de trabajos desgarraron el velo que le ocultaba el sistema del mundo y se vio entonces sobre un planeta casi imperceptible en el sistema solar, cuya vasta extensión a su vez es tan sólo un punto insensible en la inmensidad del espacio. Los sublimes resultados a que le condujo este descubrimiento, son bastante a propósito para consolarlo del rango que asigna a la Tierra, mostrándole su propia grandeza en la extrema pequeñez de la base que le ha servido para medir los cielos. Conservemos cuidadosamente, aumentemos el depósito de conocimientos de tanta alteza, delicia de los seres que piensan; sus servicios a la navegación y a la Geografía son muy importantes; pero su mayor beneficio está en haber disipado los temores causados por los fenómenos celestes y destruido los errores, hijos de la ignorancia en que estábamos de las verdaderas relaciones que nos ligan con la naturaleza: errores y temores que renacerían tan pronto como se extinguiese la entorcha da la ciencia”.

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