La asociación de ideas y el contraste

Más importante aun en lo especulativo y en lo práctico es el principio opuesto de la desemejanza o el contraste.

La dicha, preocupándose del dolor, la enfermedad como único medio para recordar lo que vale la salud perdida, la oposición en una palabra, entre términos lógicos y entre factores reales, son el germen vivo y la fuente inagotable de las antítesis, que tanto ayudan a esmaltar de belleza las creaciones artísticas llegando al máximum de la oposición con la paradoja, de que tanto gusta el Humorismo.

De lo que indicamos son ejemplos los calificativos antitéticos, de que matiza el arte lo mismo los objetos reales que sus creaciones, como las furias, denominadas Euménides por los poetas y el Mar Negro, de difícil navegación, apellidado Ponto Euxino.

Pero la importancia capitalísima de esta ley del contraste dimana de que se traduce en la realidad y en la práctica con una lógica más inflexible que la de la razón discursiva. Lo mismo en el orden ideal y lógico que en el real y práctico, cosas y personas, actos, esperanzas e ilusiones, creencias, prestigios y mitos, en una palabra todo lo que constituye parte del ambiente humano, obedece a la ley del contraste.

Sería la vida y con ella las energías del espíritu colectivo, que se denominan ciencia, arte, derecho, religión, etc., una rutina monótona, una adición uniforme, si se sucedieran primero las ideas, después los sentimientos, creencias e instituciones en línea inflexible y mecánica, abandonando lo que fue el puesto ocupado para llenarle lo que será, sin que aquello dejara limo, sedimento y abono para la tradición histórica y sin que lo ideal trajera impulso, estímulo y acicate para remover el rescoldo de las cenizas de lo pasado. Puestos en contacto ambos factores, surge la ley del contraste, de la cual no se libra nada en la vida, determinando puntos de proximidad, verdaderas corrientes de afinidad entre los polos.

Esta sinovia ideal y real es la que, por ejemplo, obliga al primer Napoleón, al ungido por la idea revolucionaria como personificación del derecho moderno, a copiar, una vez endiosado, las máximas de conducta, los hábitos y los gustos de Luis XIV, el consagrado por la tradición como el Sol, que apenas, según declaración de un predicador, esta sujeto a la condición de mortal.

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