La artillería y la aparición de los buques acorazados

Pero la antigua artillería había perdido toda su importancia y superioridad al aparecer los buques acorazados.

Las granadas y balas sólidas de a 68, o sea de 20 centímetros, y los proyectiles ojivales de 16 centímetros eran de muy escaso ningún efecto arrojados contra las corazas. Las piezas con que se lanzaban carecían de la debida resistencia para aumentar los calibres y las cargas, y fue preciso reforzarlas y mejorar sus condiciones. De aquí la construcción de los cañones de grueso calibre a cargar por la boca o por la culata.

Se ha entablado verdadera lucha entre la fuerza de resistencia de la coraza y la fuerza de penetración del proyectil en relación osan las dimensiones del mismo y de la pieza y con su alcance.

A muchos y variados sistemas pertenecen los cañones modernos; los que mayor importancia han adquirido son los Armstrong, los ingleses o de Woolwieh, los transformados del sistema Palliser, los Withworth, los Blakely, loa Vavaaesar, los Parrot, los Rrupp, los de acero Bassemer, loe Dahlgren, de hierro colado, los Redman, los Anies, los Rivera, Barrios, Plasencia, Ordóñez y González Montería.

Poco a poco se han ido superando las dificultades que presentaba la fabricación de grandes cañones de hierro forjado y acero, y se haz construido monstruosas bocas de fuego, tales como el cañón inglés de 81 toneladas, el cañón Krup de 57 toneladas y el cañón Armstrong de 100 toneladas.

Pero al mismo tiempo las planchas de blindaje aumentan su espesor y se combinan con los almohadillados de madera, y se ha considerado preciso apelar a medios más terribles de destrucción que los cañones, el torpedo.

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