La arquitectura renacentista en España

Adoptada por satisfacer una necesidad de su época, la Arquitectura italiana no se aplicó desde luego en Europa más que a los edificios no religiosos, continuando en los templos el imperio del estilo ojival. Así, sin salir de España, se ve comenzar en 1480, según el nuevo estilo, el colegio de Santa Cruz de Valladolid (contemporáneo de la famosa Cartuja de Pavía), mientras se siguen haciendo catedrales góticas hasta mediados del siglo xvi.

Este hecho desvanece la suposición de los que originan la Arquitectura del Renacimiento en el olvido de los cánones del arte ojival, por consecuencia de la destrucción de la primitiva francmasonería; y no sólo son coetáneos los dos estilos, sino que hay muchos ejemplos de haberlos practicado un mismo maestro, y hasta en el mismo edificio, como en San Marcos de León, donde es ojival la iglesia y el convento plateresco.

Ese adjetivo se aplicó en España al arte del Renacimiento en su primer período, o sea hasta mediados del siglo xvi, a causa de la multitud de obras de platería que entonces se hicieron y se conservan, como el churriguerismo ha quedado de preferencia en los retablos.

La minuciosidad, heredada del ojival florido, en la decoración de todos los miembros arquitectónicos, cuyas formas generales obedecían al sistema romano de arcadas y columnas, fue el carácter distintivo del Renacimiento en ese primer período. El bajo relieve, prodigado especialmente en la parte exterior y ejecutado con exquisita delicadeza y buen gusto, hacía maravilloso efecto de cerca, pero se perdía sin resultado en la composición general de las masas, semejando un bordado, como el ojival florido remedaba la filigrana.

El arabesco es uno de los adornos propios de la época y de los más felizmente aplicados a las superficies largas y estrechas de las jambas y pilastras, así como a las archivoltas de los arcos, que por regla general fueron de medio punto. Las tradiciones vivas y persistentes del estilo mudéjar se aplicaron en España a los recuerdos ojivales y a las importaciones italianas, contribuyendo así a aumentar la exuberancia con que nuestra Arquitectura plateresca se distingue.

A esta época de brillantez y lujo pertenecen la mayor parte de los establecimientos de educación de Salamanca, Valladolid y Alcalá, los coros bajos de nuestras catedrales con sus ricas sillerías, varios palacios episcopales y otros edificios de pública utilidad, distinguiéndose en ellos por su especial elegancia y disposición acertada, los patios, ordinariamente de dos pisos, con arcadas de medio punto sobre columnas en el bajo, y en el superior con arcos rebajados elípticos, carreras sobre bien dibujadas zapatas.

Volver a ARQUITECTURA – Inicio