La arqueología en el período de los arqueólogos

Pero en este tiempo de los humanistas y los anticuaruis se conocían muy imperfectamente los pueblos de la antigüedad y había mucho convencionalismo en el modo de apreciar las antigüedades, haciéndose necesario reducir los conocimientos a un sistema.

Esto lo consiguió el alemán Winckelmann en su Historia del arte, dada a la estampa en 1764, obra que marca el primer jalón del nuevo período de las investigaciones, denominado de los arqueólogos.

Winckelmann ofrece la historia del arte desde un nuevo punto de vista: presenta la cultura de los pueblos sujeta como todo a las leyes de la naturaleza, ofreciendo en sus manifestaciones tangibles, en los monumentos, huellas indelebles de una infancia, una virilidad y una decadencia. Además esa obra dio un método que sirvió de base a todas las investigaciones y trabajos posteriores.

Entonces adquirió la Arqueología carácter más serio, y los nuevos descubrimientos y la creación de nuevos Museos abrieron más dilatados horizontes. Por el mismo tiempo, otro alemán, Augusto Wolf en su Prolegomeria ad Homerum, dio el esquema de la ciencia filológica.

El conde de Caylus hizo clasificaciones cronológicas de las antigüedades, estudiando por primera vez la técnica de los antiguos productos industriales hasta entonces despreciados como menudencias; Morelli propuso un sistema regular para la clasificación de las inscripciones; Eckhel metodizó la Numismática; Visconti estudió los monumentos de Italia, y Zoéga emprendió el estudio de las inscripciones jeroglíficas egipcias, preparando el camino a Champollión.

El carácter internacional que a principios de este siglo tomó la Arqueología, llevó a Bumsem, a Gerhard y al duque de Luynes a fundar en Roma, el año de 1829, el Instituto de Correspondencia Arqueológica. Entonces escribió el célebre Muller (quién verdaderamente era un erudito de genio, como le han llamado sus compatriotas los alemanes) el Manual de Arqueología que metodizó los conocimientos de un modo más sólido y definitivo que la obra de Winckelmann. Allí aparece la Arqueología con verdadero carácter de ciencia positiva y si bien las investigaciones modernas han ensanchado sus horizontes y Muller cree autóctono el arte griego, creencia hoy desautorizada, el Manual de Arqueología puedo considerarse el credo de los arqueólogos.

Pero a medida que los descubrimientos han dado ocasión a estudios más profundos y detenidos, los sabios consagrándose a puntos determinados, se han hecho especialistas, por lo cual la historia moderna de la ciencia hay que hacerla separadamente con respecto a Egipto, al Oriente, a los pueblos clásicos, al cristianismo y a la Edad Media, etc.

El último de los arqueólogos generales ha sido el francés Longperier.

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