La armonía imitativa en literatura

Dos sentidos diferentes admite en Literatura.

Por el primero se comprende cierta misteriosa relación, que sólo alcanzaron a expresar los grandes ingenios, entre la melodía general de la obra y el pensamiento en ésta contenido, entre las palabras y las ideas.

Cicerón, hablando ante el Senado para denunciar los proyectos de Catilina, no usó ni podía usar la misma serie de sonidos que cuando proponía la aprobación de una ley o la absolución de un reo. Fray Luis de León, pintando los tranquilos goces de la vida del campo, nos deleita con sonidos armónicos muy distintos de los que contiene la canción de Herrera a D. Juan de Austria. A un discurso majestuoso y solemne corresponde un tono grave y reposado. A una invectiva punzante conviene un tono más rápido y subido. Una poesía amorosa no admite igual armonía que una oda a la muerte de algún guerrero ilustro.

Estudiando, pues, antes el asunto, procuraremos que el tono varíe al compás de los sentimientos, y de este modo se formará el estilo musical, que ha de ser vario como lo son las ideas que van pasando por nuestro espíritu.

Las cláusulas abundantes y numerosas convendrán a los pensamientos propios. Las suaves y lentas se compadecerán bien con la tristeza y la melancolía. Las cortas y rápidas, de palabras rudas y muy acentuadas, servirán para el estilo apasionado.

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