La anestesia quirúrgica

Se va a exponer ahora la manera de obtener la insensibilidad general por medio de los dos anestésicos más usuales, el cloroformo y el éter, para la práctica de las grandes operaciones.

En primer término hay que procurarse cloroformo o éter absolutamente puros.

Tanto el cloroformo como el éter son inofensivos si se manejan convenientemente, no cesando un momento la observación del sujeto sometido a su influencia, ni excediendo nunca las dosis fisiológicas.

La preferencia concedida por loa cirujanos a uno u otro anestésico, depende de los casos desgraciados que han podido observar, debidos a circunstancias extrañas enteramente al anestésico, sea por una administración poco cuidadosa o por condiciones individuales del enfermo, no bien apreciadas al practicar la anestesia quirúrgica.

Una comisión inglesa compuesta de los doctores Mac Kendriak, fisiólogo, Joseph Coats, profescir de Patología, y Newmann, químico, ha estudiado concienzudamente la acción comparada de los anestésicos, llegando entre conclusiones importantes a las siguientes:

Con el cloroformo los latidos cardíacos se hacen cada vez más débiles, mientras con el éter se puede continuar la anestesia sin modificar la acción cardiaca; el bicloruro de etileno, experimentado en ranas, conejos y perros no modifica el corazón ni la respiración, observando los órganos al descubierto; si se sustituye el bicloruro de etileno con los vapores de cloroformo, el corazón se debilita, el ventrículo derecho se dilata y la sangre se hace negra.

Experimentando en el hombre la mencionada comisión, con el concurso de tres cirujanos del Hospital occidental de Glasglow, resultó comprobada la mayor inocuidad del bicloruro de etileno respecto al corazón; pero así y todo, se registran algunos casos de muerte en la anestesia por el bicloruro de etileno en sujetos cardíacos.

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