La amistad de acuerdo a la filosofía

En el diálogo Lelius sive Amicitia, dice Cicerón:

“Es muy cierto lo que he oído a nuestros viejos que oyeron de otros, que acostumbraba decir Arquitas Tarentino que si alguno subiese a los cielos y claramente viese la naturaleza del mundo y la hermosura de las estrellas, no tendría mucho gusto en tan admirables cosas, las cuales le darían un gozo infinito, si tuviese a otro a quien contárselas. Así la naturaleza no apetece la soledad y siempre busca ciertos como arrimos, que cuando lo es un grande amigo, es la delicia más dulce de la vida”.

Tal es en efecto la amistad, lazo personal que obedece al instinto de la sociabilidad, en el cual halla el hombre su complemento, sin que sea cierto, como dice Jouffroy (V. Melanges Philosophiques), que la amistad sea distinta de la sociabilidad.

La amistad o sociedad de amigos junta a los hombres con lazo permanente por medio del amor y de la recíproca estima.

Para formar entre los hombres el delicado vínculo de la amistad se necesita el acuerdo del ánimo y del sentimiento bajo oposición proporcionada de caracteres; porque sólo hombres dotados de semejante cultura pueden vivir en igualdad de relaciones y sólo el contraste de caracteres igualmente estimables, alimenta el interés de la amistad (V. Sanz del Río, Ideal de la Humanidad para la vida).

Cada hombre tiene su peculiar carácter; cada individuo determina en sí la naturaleza humana en pensar y sentir, de una manera única y a él sólo propia, y esta su individualidad sólo para aquellos puede hacerse amable, que siendo semejantes en cualidades, son opuestos en la individual expresión de estas cualidades.

Después del matrimonio, es la amistad el vínculo personal más íntimo y el más fecundo en bellos frutos. Así como el matrimonio junta los opuestos sexos, la amistad une los caracteres opuestos.

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