La alquimia en Grecia

Del Egipto pasó también naturalmente la alquimia a Grecia, y transcurridos los primeros tiempos ya se presenta en este país con caracteres históricos más definidos que hasta entonces.

La mayor parte de los personajes que se citan como cultivadores de la alquimia allá en su origen, en Egipto, y en las comarcas asiáticas, son seres mitológicos, pseudónimos o semifabulosos, siendo muy difícil determinar la parte real de la existencia de todos ellos. Los antiguos alquimistas Pammenes, Péteris, Petosiris y Pauseris parece que han existido, pero lo cierto es que sus obras se han perdido.

En Grecia ya las cosas cambian de aspecto; la mayor parte de los alquimistas griegos han dejado obras firmadas y con bastantes caracteres de autenticidad, siendo además conocidos por tradición continua desde el siglo v; sus nombres figuran en los polígrafos bizantinos y árabes, y muchos de ellos han desempeñado papeles importantes en la historia de su tiempo.

La mayor parte de los sabios griegos cuyos nombres han pasado a la posteridad se ocuparon algo de las cuestiones alquímicas; dándoles gran impulso e imprimiéndoles verdadero carácter científico los que más adelante formaron y sostuvieron la famosa escuela de Alejandría. De todos ellos los más importantes fueron Demócrito, Zoísmo, Africano, Silesio, Olimpiodoro y Estéfano.

Demócrito de Abdera, muerto hacia el alío 355 antes de Jesucristo, es uno de los filósofos griegos más célebres y menos conocidos, y que desempeñó un papel capital en el desenvolvimiento de la alquimia. Era una inteligencia superior y esencialmente racionalista; escribió antes que Aristóteles, que le cita con frecuencia, sobre todas las ramas de los conocimientos humanos; es el fundador de la escuela atomística, que más tarde desarrolló Epicuro; escribió tratados sobre los jugos de las plantas, sobre las piedras, los minerales, los colores, los metales, la tintura sobre el vidrio, etc. Descubrió procedimientos para ablandar el marfil, preparar la esmeralda artificial y teñir las materias vitrificadas; escribió cuatro libros sobre los Elementos, y en suma, fue el que desarrolló las teorías que fueron el fundamento de las doctrinas alquímicas de la época, durante muchos siglos después.

Zósimo escribió un conjunto de tratados teóricos y prácticos que forman una especie de enciclopedia alquímica. Africano escribió obras históricas, geográficas, militares, médicas, agrícolas, de ciencias naturales y químicas, citándose entre otras, un trabajo sobre la fabricación y conservación del vino.

Sinesio fui astrónomo, agricultor, físico, alquimista notable, gran cazador, embajador en Constantinopla cerca del emperador Arcadio, primero gentil y sin embargo grande amigo del patriarca Teófilo que le consagró obispo; entre sus escritos se encuentra la primera indicación conocida sobre el areómetro.

Olimpiodoro dejó notables escritos, y Estéfano fue autor de varias obras médicas y de un tratado de astrología, despertando sus obras sobre alquimia gran entusiasmo entre los adeptos.

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