La alimentación en botánica y agricultura

Las plantas, como todos los seres orgánicos, necesitan asimilarse elementos del exterior para su sostén y desarrollo. Estos elementos los toman de la tierra y de la atmósfera por medio de las raíces en el primer caso y de las hojas y demás partes tiernas y verdes en el segundo.

Para conocer cuáles son los elementos que las plantas necesitan indefectiblemente para su subsistencia y desarrollo, se hace el análisis químico de los elementos que las constituyen y así se encuentra cuáles son los cuerpos que entran constantemente en la composición del vegetal; de donde se deduce que estos elementos son los que necesita tomar del exterior, puesto que la planta no crea en su organismo ni la más mínima porción de materia.

Sometiendo, pues, una planta cualquiera al análisis químico se ve que contiene:

1° Materias celulósicas o leñosas que constituyen el esqueleto o armadura de los tejidos y paredes de las células.
2° Materias más o menos complejas, llamadas albuminosas.
3° Materias ternarias.

Todas estas materias forman los principios inmediatos de los vegetales. Sometiendo éstos a la combustión, dejan cenizas; las partes que se han quemado están constituidas principalmente por carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno; las partes que quedan en las cenizas están formadas por azufre, fósforo, cloro, iodo, flúor, silicio, potasio, sodio, calcio, magnesio, hierro y manganeso (además de oxígeno y carbono), cuerpos todos que se combinan, ya entre sí, ya con el oxígeno, formando compuestos inorgánicos.

Resulta, pues, de esta enumeración que el vegetal necesita en primer término los elementos carbono, oxígeno, hidrógeno y nitrógeno, que son los que constituyen la mayor parte de los principios inmediatos y de los tejidos de la planta. En segundo lugar, fósforo, azufre, cloro, iodo, silicio, potasio, sodio, calcio, magnesio, hierro, manganeso y algunos otros elementos menos importantes.

Todos estos cuerpos debe encontrarlos la planta en la atmósfera y en el suelo, y cuando alguno falte o escasee, el vegetal perecerá, si el hombre no acude a suplir las deficiencias de la naturaleza, suministrando a la planta los elementos que ella no encuentra directamente.

Las materias minerales de las plantas pueden encontrarse en éstas en tres estados:

1° Depositadas simplemente por evaporación, como parece suceder con el carbonato de cal en las hojas.
2° En combinación con otros cuerpos, bajo forma de sales.
3° Unidas a principios inmediatos, como el ácido fosfórico a las materias nitrogenadas en los granos, la sílice a la celulosa en los tallos de los cereales, etc.

Los vegetales hasta tal punto necesitan para su nutrición dichas materias minerales, que según se demuestra experimentalmente, no pueden desarrollarse ni vivir como falte o se encuentre muy escaso alguno de los elementos minerales más esenciales.

Por el contrario, los vegetales pueden vivir y crecer perfectamente mediante el empleo exclusivo de materias minerales, siempre que éstas se encuentren formando combinaciones solubles o asimilables.

La materia orgánica, por lo tanto, no es en el suelo un elemento inmediato de nutrición, sino que sirve, por las transformaciones que lentamente va experimentando, para originar productos minerales, como los nitratos y las sales amoniacales que sirven ya para la nutrición de la planta, o como el ácido carbónico que hace solubles muchas sales minerales (carbonatos, fosfatos, etc.), haciéndoles de esta manera asimilables.

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