La afirmación en filosofía

La palabra afirmación, en su sentido genuino y primitivo, es la simple declaración de la existencia de un objeto, de una idea o de un término de pensamiento. Equivale en esta acepción a la palabra, de sabor más técnico, tesis.

Cuando la afirmación se aplica directamente a los objetos, ideas o términos de pensamiento, designándolos o nombrándolos, sin relación a ningún otro, y limitándose a la declaración de su existencia o posición ante el pensamiento y la realidad como algo dado, como dato positivo del cual de momento nada se predica, aunque sirve de base tal declaración a todos aquellos atributos que hayamos de referirlos, expresa el principio o categoría lógica de la identidad, que en el supuesto de que toda idea o término de pensamiento, antes de ser sujeto de sus atributos y aun para serlo, ha de comenzar siendo predicado de sí mismo.

En términos escolásticos: omne subjectum est prodicatum sui.

Aunque de momento pueda parecer superfluo y quizá inútil repetición de términos o palabras expresar en la afirmación la existencia y persistencia de lo pensado, luego que se reflexiona acerca de su alcance se advierte que es la base de todas las que posteriormente hayan de hacerse, al predicar atributos de la idea previamente anunciada. Es en efecto evidente que toda idea, antes de admitir referencia de ningún predicado, se refiere a sí misma.

La simple posición de los objetos en la realidad y de lo pensado ante la inteligencia (idea o término) es el supuesto real o substratum inteligible, que sirve de condición sine qua non para concebir la realidad y para explicar el ejercicio del pensamiento.

No es éste lugar adecuado para examinar la batallona cuestión de los llamados universales en la Edad Media, ni el problema aun no resuelto por la crítica kantiana y el positivismo moderno, tocantes la primera y el segundo al valor objetivo de nuestros conocimientos; sino que nos limitamos a consignar que es postulado de la razón y exigencia ineludible para la concepción de la realidad la afirmación de la existencia de las cosas y de sus ideas como punto objetivo, blanco o centro, del cual emergen y al cual convergen todas las referencias, atributos y predicados, que de los objetos e ideas pensamos. Si no se expresan en el lenguaje, repitiéndose los términos, latentes e implícitos quedan como supuestos de la realidad y de la inteligencia.

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