La aclimatación en los jardines zoológicos

Se ha creído que para los animales, lo mismo que para el hombre, la aclimatación es más difícil de norte a sur que en sentido contrario; así, por ejemplo, en el Jardín de Plantas de París se conserva más difícilmente el oso blanco del norte, que los osos de la India; el reno que los ciervos del Indostán. Sin embargo, los monos de la zona tórrida perecen en seguida en nuestros climas, y las aves de los trópicos (excepto cuatro o cinco especies) no prosperan tampoco a pesar de prodigarles todo género de cuidados.

Los estudios sobre la aclimatación han adelantado bastante en estos últimos años por efecto de los interesantes trabajos de aclimatación realizados en los jardines zoológicos de Amberes, Londres y Hamburgo y de la fundación de la Sociedad zoológica de aclimatación, creada en París en 1854 por los esfuerzos de Isidoro Geoffroy Saint Hilaire.

A los estudios sueltos y de tiempo en tiempo realizados por observadores aislados y colocados en condiciones muy desemejantes, se ha sustituido la observación constante y metódica. Se ha visto de este modo que muchos animales de los trópicos y de las regiones inmediatas resisten con gran facilidad los inviernos de la Europa templada; en el jardín de aclimatación de París se ha visto una cebra daw del África acostarse sobre la nieve sin que al parecer experimentara la menor incomodidad; una danta de las Guayanas empeñóse en atravesar a nado el canalillo del jardín a la temperatura de 0°, mientras unos gansos de la misma región (anser autumnalis) somormujaban y se explayaban en las mismas aguas a punto de helarse; se ha visto a los agutís, a pesar de la nieve, abandonar sus casillas, para correr libremente por el parque; un gallo caribe de la Guadalupe perseverar durante dos inviernos en pernoctar en las ramas de los árboles resistiendo todas las intemperies, y por último los casuarios de la Australia recibir y llevar sobre su caliente plumaje durante mucho tiempo y con la mayor indiferencia una espesa capa de nieve o de escarcha. Estos hechos prueban que el frío moderado de las regiones templadas puede resistirse por el organismo de los individuos adultos, en muchas especies de los países cálidos.

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