La ablución en la liturgia cristiana

En Argel, siete días después de un parto, la familia y las amigas de ella son invitadas a una comida, terminada la cual la madre es llevada al baño y el niño con ella; y, si es una niña, música de tambores y sonajas camina alegremente delante del cortejo. La niña de las familias pudientes, ricamente vestida, va llevada en brazos de una negra que marcha en medio de la procesión. Después del baño se verifica una nueva comida, seguida de bailes.

Al día inmediato de un matrimonio en una aldea de Argel, el marido va al baño a ablucionarse todo a cuerpo, como cumple hacerlo en todas ocasiones a los buenos musulmanes, según los preceptos del Corán. Pero la casada permanece siete días sin tomar el baño; porque, dicen los sabios, que está entonces en el paraíso y sin pecado. Mas transcurrido este plazo de ventura, vuelve a quedar obligada a las abluciones legales como todo el mundo.

Las lustraciones de los musulmanes son verdaderas abluciones hechas con agua; y sólo a falta de ésta puede recurrirse a las purificaciones con polvo y arena. Las abluciones musulmanas son parciales unas, totales otras; unas diarias y otras propias de las grandes ceremonias; preceden a la oración y a la comida; siguen al nacimiento, al matrimonio y a la muerte.

Además, muchos legistas distinguidos establecen la obligación de lavar el cuerpo muerto de todo musulmán con agua sin impureza.

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