La A como signo gramatical de relación de dativo y acusativo

De la A como signo de dativo:

Siempre en español las palabras que están en dativo van precedidas de A: escribo a mi padre. Se exceptúan los monosílabos me, te, se, le, les, nos, os: ME escribe, TE escribe, LES escribe; pero, si en la oración en que se emplea alguno de estor monosílabos, se usa un segundo dativo, este lleva A: me escribe A mi; hoy le escribo A su amigo.

De la A como signo de acusativo:

Cuando el acusativo es de persona, se usa A: vituperó A mi padre, ama A Leonor; mas, si el acusativo es de cosa, no se emplea la preposición: vituperé su insolencia, amo el estudio. Dadas estas reglas, es muy fácil explicar el uso o la omisión de la A de acusativo en ejemplos que parecen contradecirlas: ayer compró tres esclavos (sin A), porque quien tal enuncia considera como cosas a los tres infelices, mientras que sería necesaria la A si se dijera: han, comprado Al jefe. Yo amo a mi patria más que A mí (a mi patria con A), porque la personifica quien lo dice:
La A de acusativo no se usa con los acusativos monosílabos me, te, se, la, las, le, lo, los, nos, os: las ama, los critica; pero, si se duplica el acusativo en significación personal, la A antecede al segundo acusativo: no me amo A mí, pero te odia A ti. Cuando concurren en una misma oración dativo y acusativo de persona, la A del acusativo se suele suprimir, pero la del dativo no: robaron la hija A la madre. Estas reglas respecto del dativo y del acusativo son propias y exclusivas del castellano; y, así, no pueden ser invalidadas por el uso de otras lenguas. Indudablemente, en Roman pergere, ir A Roma, el nombre latino de la Ciudad está en acusativo, pero el A Roma español es ablativo. En nuestra lengua se pone en dativo la persona a quien se paga, mientras que en francés se la coloca en acusativo cuando no se nombra el objeto pagado: j’ai payé LE cordonnier, he pagado AL zapatero. En inglés se pone en ablativo la cosa pagada: I paid FOR the shoes, cuando en castellano va en acusativo: pagué LOS zapatos. Los idiotismos de otras lenguas no son, pues, aducibles contra la Gramática peculiar del castellano.

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