Jerarquías y clases de alma

Imbuidas todas las hipótesis explicativas de la naturaleza del alma, sin exceptuar la de Aristóteles, de una confusión con el principio de la vida, se imponía al pensamiento la necesidad de distinguir, según los órdenes o esferas de los seres vivos, jerarquías en la realidad anímica.

Así Platón, que colocaba el alma racional en la cabeza, refería la irascible, principio de la actividad y del movimiento al corazón, y a la parte inferior del cuerpo, el alma apetitiva, causa de los instintos.

Aristóteles llega a admitir cinco almas: la nutritiva, que preside las funciones de nutrición y reproducción en animales y plantas; la sensitiva principio de la sensación y de los sentidos; la fuerza motriz, que lo es del movimiento y de la locomoción; el alma apetitiva, origen del deseo, y por último el alma racional.

Los escolásticos admiten sólo tres: vegetativa, animal y racional.

Parece excusado advertir que estas distinciones entitativas más perjudican que favorecen la clara comprensión de la realidad anímica.

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