Investigación científica de los anestésicos

Durante los últimos siglos no han cesado los conatos para producir eficazmente la anestesia, indicándose para este fin las emociones vivas, la embriaguez, el hipnotismo.

Santiago Moore preconizó a fines del siglo xviii la compresión metódica de los troncos nerviosos, y más recientemente Liegeard (de Caen) recomendó la compresión circular de los miembros por encima del punto enfermo antes y durante la operación.

Pero hasta Beddoes, químico y médico, no principia el período científico de los anestésicos. Beddoes puso al frente de su laboratorio neumático de Bristol, al entonces joven químico, Humphry Davy, encargado de experimentar la acción de los gases sobre el organismo. El célebre Davy no tardó en reconocer la propiedad analgésica del protóxido de nitrógeno o gas hilarante, del cual dijo que se podría emplear ventajosamente en las operaciones quirúrgicas que no exigen gran efusión de sangre. Los resultados obtenidos en Inglaterra, Francia, Alemania y Suecia fueron contradictorios; Horacio Wells fracasó públicamente en Boston; se creyó además peligrosa para la vida la respiración del gas hilarante.

Su rehabilitación en nuestros días ha sido completa. La acción estupefaciente y anestésica del éter era conocida de muchos médicos, y Orfila, Brodie, Giacomini, Tornton, Christison, Cruveilhier y otros la señalaron explícitamente en muchas experiencias fisiológicas o hechos patológicos; pero el primer caso de anestesia quirúrgica por el éter, se debió a W. C. Long, médico de Atenas, en 1842. La invención del médico griego permaneció desconocida.

Jackson, de 1841 a 1842, había comprobado, accidentalmente, en sí mismo, la anestesia producida por las inspiraciones del éter; pero hasta cuatro años mas tarde no propuso el empleo del éter al dentista Morton (de Boston) en la extracción de los dientes. El éxito fue completo. Warren y Hayward en América, 1846, y Malgaine y Velpeau, 1847, en Francia, demostraron públicamente que el problema de la anestesia quirúrgica estaba resuelto.

Flourens el mismo año experimentó la acción de muchos éteres y en particular la del cloroformo, cuyas propiedades anestésicas en el hombre fueron reconocidas experimentalmente por Simpson, de Edimburgo. Snow introdujo el uso del amileno que fue bien pronto abandonado. Después el número de los anestésicos ha aumentado considerablemente.

Volver a ANESTESIA – Inicio