Influencia del mobiliario en la acústica de los teatros

En los teatros modernos los pilares, butacas y palcos con sus forros de tela y sus colgaduras ejercen en la propagación del sonido una alteración profunda.

Por lo general lo anchuroso y profundo de los palcos y los paños y tapices que se hallan por todas partes en la sala, apagan el sonido y hacen que la sala sea sorda; los palcos de proscenio son los que más perjudican bajo este punto de vista: Zamminer los compara a ratoneras donde van a morir los sonidos.

En cuanto a la disposición más ventajosa para las butacas es la de hemiciclo, pero es casi incompatible con la pequeñez de los teatros modernos.

Cuanto más se acerca la colocación de las butacas a la indicada disposición en hemiciclo, más claramente se percibirán los sonidos: tal sucede en el teatro de Parma, célebre por sus propiedades acústicas y en el que las butacas tienen dicha disposición. Muchos teatros griegos y romanos tenían la gradería dispuesta en esta forma.

Otro de los defectos de los teatros modernos es la disposición del escenario, pues aunque el foso y piso de madera obran como caja sonora que refuerza los sonidos, las dimensiones exageradas que suele tener la escena, el techo elevadísimo que necesita para la maquinaria y la mala disposición de los bastidores, hacen que se pierdan gran parte de los sonidos.

Lo único que podría hacerse en este concepto sería sustituir los actuales bastidores por las columnas triangulares de los antiguos que se hacían girar sobre sus bases y dejaban perder menos sonidos y rodear toda la parte correspondiente al local del escenario de paredes completas que separasen aquel lugar de los demás salones, pasillos y espacios que tenga el teatro en las inmediaciones de los bastidores.

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