Influencia de la civilización árabe

Bajo los omeyas, Damasco reemplazó a Medina como capital del imperio árabe. Los abasidas trasladaron a Bagdad la capitalidad, y esta capital llegó a ser por su cultura la más célebre del Oriente, sobre todo en los días de Harún-ar-Raxid y de su hijo Al-Mamón (786 a 833).

Cada provincia tenía su gobernador, con las atribuciones propias de un virrey, si el territorio estaba muy distante de la capital.

Constituían los recursos del Imperio una capitación o impuesto personal, una contribución territorial, derechos de aduanas, la renta de las tierras baldías y la explotación de las minas; todo lo que producía al califato tinos 200 millones de pesetas al año, suma enorme para aquellos tiempos.

Un Diguan o Consejo vigilaba la cobranza de las rentas y calculaba los ingresos y gastos. La administración general se dividía en cuatro secciones semejantes a nuestros actuales ministerios; la administración de guerra, la de contribuciones, la del personal y la de cuentas y distribución de gastos. El primer ministro era el visir. La policía estaba también perfectamente organizada.

Los mercaderes formaban gremios o sindicatos. La agricultura y la industria tomaron gran desarrollo; eran célebres los vinos de Ispahán y Cherad, había fábricas de tejidos finos en Mosul, Bagdad, Damasco, y con arte se beneficiaban las minas de plomo, sal, azufre, hierro y otras. Entre los regalos que Harún-ar-Raxid envió a Carlomagno, figuraba un reloj que señalaba y daba las horas, máquina cuyo mecanismo nadie comprendió en la corte del Emperador de Occidente.

Sobre amplias bases organizaron los califas árabes la enseñanza pública. Llamaban a todos los sabios y profesores célebres de cualquier parte del mundo que fuesen; el estudio de la antigüedad era tan general como lo fue después en Europa, y entre todas las ciencias cultivaban preferentemente las Matemáticas y la Astronomía; así pudieron los sabios árabes acometer la empresa de medir un arco de meridiano. En todas las ciudades había bibliotecas y escuelas.

Pasaron años, llegó el siglo xiii, y los mismos feroces mongoles, que en 1258, mandados por Hulagú, hablan saqueado a Bagdad y estrangulado a Motasem, el último de los abasidas, sufrieron inmediatamente la influencia de aquella poderosa cultura, se civilizaron al lado de los árabes y el imperio que fundaron en la India puede decirse que fue árabe, porque la cultura, la lengua, la religión de los árabes predominó sobre todo. Los gaznevidas, que en el año 1000 habían empezado la conquista de la India y que en 1025 habían conquistado ya la orilla oriental del Indo, Cachemira, el Penyab, el reino de Lahore y Aymir, se presentaron como propagadores de la religión y civilización árabes.

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