Historia de la astronomía hasta la escuela de Alejandría

“El espectáculo del cielo, dice Laplace, debió fijar la atención de los primeros hombres, sobre todo en los climas en que la serenidad del aire convidaba a la observación de los astros. Necesitaron distinguir para las faenas agrícolas, las estaciones, y conocer su vuelta, y no tardaron en notar que la salida y postura de las principales estrellas en el momento en que se confundían en los rayos solares o cuando se desprendían de ellos, podían servir para ese objeto, y así se ve que en casi todos los pueblos se remonta ese género de observaciones a los tiempos en que se pierde su origen; pero un conocimiento grosero de la salida y postura de unas cuantas estrellas no bastaba para constituir una ciencia, y la Astronomía sólo principió cuando, recogidas las observaciones anteriores y comparadas entre sí y cuando estudiados con más detenimiento los movimientos celestes, se trató de determinar las leyes de su marcha: la del Sol en un orbe inclinado respecto del ecuador, el movimiento de la Luna, la causa de sus fases y de sus eclipses, el conocimiento de los planetas y de sus revoluciones, la esfericidad de la Tierra y su medida, pudieron ser objeto de esta antigua Astronomía, pero los escasos monumentos que de ella nos quedan, no bastan para fijar su época y desarrollo”.

La Astronomía de los primeros tiempos se limitaba a observaciones de la salida y postura de las estrellas, de sus ocultaciones por la Luna o los planetas y de eclipses: se seguía la marcha del Sol por medio de las estrellas que ofuscaba la luz de los crepúsculos y por las variaciones de las sombras meridianas de los esciaterios; se determinaba el movimiento de los planetas por medio de las estrellas a que en su curso se aproximaban.

Para reconocer todos estos astros y sus variados movimientos, dividióse el cielo en constelaciones, y la zona celeste llamada zodíaco, de la que nunca se apartan el Sol, la Luna y los planetas conocidos en aquella época, quedo repartida en las doce constelaciones siguientes: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis, que se llamaron signos del zodíaco, porque servían para distinguir las estaciones: así la entrada del Sol en la constelación de Aries marcaba en tiempo de Hiparon el origen de la primavera; recorría luego el astro del día, el Toro, los Gemelos, el Cangrejo, etc.; pero debido al movimiento retrógrado de los equinoccios, cambió lentamente la correspondencia de las constelaciones y las estaciones del año, y en la época de ese gran astrónomo la diferencia era ya considerable. No obstante, como los signos eran indispensables para indicar el movimiento de los astros, siguióse designando, como Hipareo, el origen de la primavera por la entrada del Sol en Aries, estableciéndose entonces una distinción entre constelaciones zodiacales y los signos del zodíaco, quedando éstos relegados a la categoría de signos ficticios, propios únicamente para indicar la marcha de los cuerpos celestes.

En opinión de Laplace, los nombres de las constelaciones zodiacales no se deben al acaso, y según él, se refieren algunos de esos nombres a los movimientos del Sol: el Cangrejo, v. gr., y el Capricornio indican le retrogradación de ese astro en los solsticios; la Balanza significa la igualdad de los días y las noches en la época del equinoccio, y los demás nombres se refieren a la agricultura y al clima del pueblo en que tuvo su origen el zodíaco.

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