Historia de la arqueología

Todos los pueblos han tenido sus historiadores: Manetón en Egipto, Beroso en la Caldea, Herodoto en Grecia, etc.; pero el deseo de precisar la edad de un monumento u objeto de pasados tiempos, y de conocer las creencias, usos y costumbres a que respondían, no ha podido despertarse, hasta que esos monumentos y objetos se han ofrecido como cosas extrañas y diversas del mundo que nos rodea.

Hasta que el mundo moderno ha vuelto los ojos hacia su pasado, para tomar de él provechosa enseñanza en las fuentes más auténticas y preciosas; hasta que por Historia no se ha entendido la de los soberanos y de los aventureros, y de las batallas y de las conquistas, y de las anécdotas novelescas y peregrinas, sino la de la cultura social considerada desde sus múltiples puntos de vista.

Sin embargo a Flavio Josefo por sus Antigüedades judaicas, a Dionisio de Halicarnaso por sus Antigüedades romanas y sobre todo a Pausanias por su Itinerario de la Grecia, se les considera como precursores de los arqueólogos; con efecto, las dos primeras obras escritas en el siglo i de nuestra era, y la última escrita en el siglo ii contienen noticias referentes a la historia, la vida y los monumentos de las épocas que ya entonces podían denominarse antiguas.

En el mismo caso se encuentra, entre otros, Herodoto por lo que a Egipto y al Oriente se refiere. De igual modo varios escritores de la Edad Media, tanto cristianos como mahometanos, pueden considerarse como prearqueólogos.

Pero en realidad de verdad el Renacimiento de lo antiguo es el padre de la Arqueología, pues despertando la afición a lo clásico llevó a los eruditos a ensayarse en el estudio novísimo de las antigüedades y a coleccionarlas. En esta resurrección de lo clásico tomaron parte los artistas: así Rafael en sus grotescos reprodujo la minuciosa ornamentación greco-romana e interpretó a su modo las figuras del antiguo, y Miguel Ángel estudió y aun procuró imitar la estatuaria clásica.

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