Forma del globo del aeróstato

Ninguna idea científica ha guiado hasta ahora a los que estudian la aerostación, al investigar la forma más conveniente de un globo, para que corte el aire con la mayor facilidad posible; todos ellos han pedido a la experimentación la solución del problema.

Desechada la forma esférica desde el momento en que se pensó en dar dirección a los aeróstatos, ya por la gran sección principal que presentaba a la acción del aire, cuya resistencia es proporcional a la citada sección y al cuadrado de la velocidad del móvil, ya por la dificultad de darle dirección, a causa de que su longitud, o sea la dimensión paralela a la trayectoria del cuerpo, era pequeña con relación a las demás, se pensó dar al globo una forma alargada. ¿Cuál debe ser ésta?

La cuestión que se trata es sumamente compleja y difícil de resolver teóricamente. Por una parte, el aeróstato debe tener cierto volumen para que la fuerza ascensional alcance una cifra determinada; por otra, la sección principal del aparato debe ser lo más pequeña posible, para que la resistencia del aire sea un mínimo; pero si se hace esta sección muy pequeña, la primera condición obligaría a hacer muy grande la longitud del aparato, tanto que si aquélla se reduce a un punto, ésta se hará infinita. Este aumento de longitud del globo haría difícil su construcción y su manejo y comprometería su estabilidad.

La cuestión científica, pues, que se tendría que resolver para hallar la solución de este problema, es de las que el cálculo de variaciones denomina de mínimo relativo, pues hay que hacer que lo sea la resistencia del aire al movimiento del aparato, que es función de las dimensiones de éste, al mismo tiempo que se conserva constante la fuerza ascensional que depende de las mismas. No trataremos de resolver este problema científicamente, y nos limitaremos a indicar las ideas generales que han guiado a los inventores en la construcción de los aeróstatos.

Puesto que el aparato tiene que hender al aire, debe llevar una punta o especie de espolón que vaya abriendo camino al globo al través de la atmósfera; la primera forma que se ocurre es la cilíndrica terminada en un cono en su parte exterior; pero esta forma tiene el inconveniente de que durante el movimiento se desarrollan en la fase posterior remolinos y perturbaciones violentas que aumentan la resistencia de la atmósfera; hay, pues, que terminar el cilindro en conos por uno y otro lado.

Esta forma tan sencilla para la construcción, pues sólo se emplean en ella superficies desarrollables, y que ha sido defendida por muchos inventores hasta en los tiempos más modernos, tiene el grave inconveniente de producir grandes rozamientos entre el aire y la superficie cilíndrica, lo que altera el movimiento del cuerpo y gasta una gran parte de la fuerza motriz.

Para evitar este inconveniente se pensó en suprimir la parte cilíndrica y dejar el globo reducido a dos conos unidos por sus bases. Esta forma tiene, además de la ventaja de destruir el citado rozamiento, la de que al abrirse la masa de aire por la acción del primer cono cuando ha pasado la base común de ambos, cae sobre la superficie del segundo y ejerce una acción que favorece al movimiento del globo. Sucede algo parecido a lo que pasa cuando se oprime entre los dedos un hueso de cereza, algo análogo a lo que se verifica en las armas blancas, formadas también de un corte que va aumentando de espesor hasta cierto punto y que adelgaza después hasta la terminación de la hoja, en las cuales la herida es más profunda cuando el máximo espesor está próximo al corte que cuando tienen la forma de uña.

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