Fonetización de las figuras ideográficas del alfabeto

La costumbre de adoptar determinados signos convencionales para representar ideas también determinadas, hizo que los que los usaban y leían siempre en ellos unas mismas palabras, viesen en cada signo, no solamente la pintura de una idea, sino también la representación del conjunto de sonidos mediante los cuales esta idea se significaba en el idioma. De aquí la introducción de figuras con valor fonético en las escrituras jeroglíficos, hecho que preparó el tránsito de la escritura ideográfica a la fonográfica.

Un ejemplo de este hecho presenta la escritura jeroglífica mejicana, en la cual el nombro del cuarto rey de Méjico, Itzcohualt, aparece escrito mediante el dibujo de cinco flechas de obsidiana (itzli) y el de una serpiente (cohualt).

El fonetismo de las figuras jeroglíficas, empleado para escribir lenguas monosilábicas, había de conducir necesariamente al descubrimiento de la escritura fonográfico-silábica. Pero, tratándose de lenguas polisilábicas, era necesario adelantar mucho hasta llegar a la descomposición de la palabra en sus sílabas constitutivas y representar cada una de estas por un signo.

Los egipcios, los caldeos y los asirios llegaron a este resultado mediante un sistema a que Mr. Lenormant da el nombre de acrológico y que consistía en dar a cada signo ideográfico el valor fonético correspondiente a la primera de las sílabas de la palabra que representaba.

Después, analizándose los elementos constitutivos de la sílaba y adaptándose cada signo ideográfico a designar el primer sonido consonante vocal de la palabra, resultó el alfabetismo, del cual los primeros ejemplos que presenta la antigüedad corresponden al pueblo egipcio.

Tal es, expuesto en resumen, el procedimiento que se siguió para la invención del alfabeto, y es de advertir que este procedimiento se observa en todos los sistemas de escritura, seguido con más o menos lentitud, detenido en algunos de ellos en sus evoluciones primitivas.

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