El fin del ajedrez es dar mate al rey enemigo. El mate existe cuando acometido el rey por una pieza adversaria, que le jaquea, no puede ni cubrirse con otra suya, ni pasar a otra casilla inmediata en que no esté igualmente en jaque. En este caso el rey perece perdiendo la partida.

Es de advertir que si el rey llega a encontrarse en tal posición, que sin ser jaqueado, no puede moverse sin quedar en jaque, ni tampoco puede jugarse otra pieza, se dice entonces que está ahogado y es nula la partida, resultando tablas según frase del juego.

También quedan tablas en los casos siguientes:

1° Cuando uno de los jugadores tiene sus piezas en tal situación que puede jaquear al rey contrario indefinidamente sin que pueda hacer otra cosa que cambiar de casilla.

2° Cuando ambos jugadores persisten en un círculo de jugadas repetidas sin hacer otras distintas.

3° Cuando no quedan piezas suficientes para poder llegar a la jugada decisiva.

El rey no puede nunca ser comido por sorpresa, debiendo por lo tanto avisarse cuando está amenazado, diciendo jaque al rey, o sencillamente al rey. Este entonces debe evitarle, ya pasando el rey a otra casilla libre, ya interponiendo entre éste y la pieza que le jaquea una de las suyas, que es a lo que se llama cubrirse del jaque.

Claro es que este último medio no puede emplearse, cuando la pieza que amenaza sea un peón o un caballo, pues el primero jaquea sin que medie el intervalo de una casilla, y el segundo, como hemos dicho, puede saltar por encima de todas las piezas.

Se llama jaque a la descubierta al que resulta al mover una pieza que cubría otra preparada para dar jaque tan luego como aquella le dejara abierto camino. Esta jugada suele ser terrible porque generalmente la pieza que se mueve va a amenazar a otra enemiga que no puede defender el jugador por tener que acudir al jaque a la descubierta en que está su rey.

También puede comerse una pieza sin defensa posible, cuando, como en el jaque doble, se amenaza a un tiempo a más de una.

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