Extracción y preparación del antimonio

El antimonio se extrae casi exclusivamente del sulfuro, el cual se somete primero a una fusión o licuación para eliminar la ganga, de cuya operación resulta el antimonio crudo, o sulfuro de antimonio purificado, Este sulfuro se tuesta en la plaza de un horno de reverbero removiendo la masa constantemente hasta que la mayor parte del producto se haya transformado en antimoniato antimónico. El producto de la tostación se llama cenizas o escorias de antimonio y se coloca, mezclado con tártaro crudo, en crisoles tapados que se calcinan al rojo en un horno de galera. De este modo el sulfuro de antimonio no oxidado reacciona sobre el antimoniato antimónico formado en la tostación y queda antimonio metálico.

También se puede efectuar la reducción del sulfuro de antimonio por medio del hierro, cuya operación se efectúa mezclando además sulfato sódico y carbón. Las proporciones más convenientes para la mezcla son: 100 partes de sulfuro de antimonio, 42 de hierro, 10 de sulfato de sosa calcinado y 3,5 de carbón.

Para que el antimonio resulte completamente exento de arsénico hay que fundir 16 partes de antimonio obtenido por los medios anteriores con dos partes de sulfuro de hierro y dos de carbonato de sosa, pero manteniendo la masa en fusión durante una hora. El régulo obtenido se vuelve a fundir con 45 partes de carbonato sódico y aun se repite la fusión con una parte del referido carbonato hasta que la escoria resulte de color amarillo claro.

Volver a ANTIMONIO – Inicio