Enfermedad y agonía

Cierto que la lucha o pena producida por la mera afección física en el sujeto, no se llama de ordinario agonía, sino angustia, ansiedad, la primera del lat. angor, oris, estrechez, presión, viva inquietud, y la segunda del griego apretar, estrangular, atormentar, de donde los vocablos latinizados anxietas, atis; anxieludo, inis; y bien claro se comprende que ambos a dos vocablos, implican no sólo la sensación opresiva, sino también la pugna por vencer la opresión, y pues era conveniente dar nombre peculiar al último trance de la vida, en el concepto de última perturbación, combate decisivo, combate extremo, combate por antonomasia, natural era que a éste se fuese reservando y contrayendo el nombre de agonía, no en el concepto de ser la única lucha de la vida, sino en el antonomástico de lucha por excelencia, combate de combates, Waterloo del ser viviente.

Esta teoría, que legitima dentro de la ciencia moderna la respetable tradición médica así del vocablo como del concepto, objetos de la presente disquisición, nada tiene que ver ni con la antigua hipótesis de la fuerza medicatriz, ni con el problema de la naturaleza y destino del espíritu humano.

Respecto de la fuerza medicatriz, aparte de que la idea de ella adquirida por la generalidad de los médicos contemporáneos como idea de escuela es mucho menos aceptable que la auténtica y acusa, por lo menos, grande obcecación en su estudio, reflexiónese que es de todo punto innecesaria para la interpretación de la enfermedad y de la agonía, pues si en el curso natural de una bola de billar hemos hallado todos los elementos objetivos de estos dos hechos, claro es que todo lo objetivo de la agonía y de la enfermedad, en tanto que lucha, reviste un carácter mecánico-universal; y como que la idea de conflicto, o combate, no implica prejuicio alguno acerca de su resultado, de ahí que tanto en la enfermedad como en la agonía, la interpretación dada en este artículo no prejuzga, por modo alguno, su resultado.

Ya en otra parte (Curso de Patología general) el autor de estas líneas tiene dada la demostración de que la tendencia viva, como toda tendencia natural, si bien es de suyo conservatriz, por ser tendencia a persistir (inercia, en el sentido científico de la palabra), no sólo triunfa o sucumbe según los azares del combate, sino que además, y según estos mismos, condúcese en los seres vivientes, ahora como medicatriz o salvadora, ahora como necatriz o suicida.

Y a propósito de esto, y de lo mal leídos que se ven hoy los textos viejos, téngase además en cuenta que ye el ilustre Stahl había consignado que “la enfermedad es una corrupción que pasa de ciertos límites por abandono o torpe tratamiento del alma” (unica vis vitae, dentro de la doctrina animista).

Esto en cuanto a lo que hay de objetivo así en la agonía como en la enfermedad; y por lo que dice a lo subjetivo, recuérdese que en el símil o caso concreto de la bola de billar no hemos necesitado para transformar sus conflictos en combates, atribuirle alma, ni menos espíritu inmortal ni entidad alguna de discutible existencia, sino que nos ha bastado suponerle conciencia y hasta simple consensus instintivo, facultades que no son hipotéticas; que existen y son reconocidas como realidades positivas jamás discutidas a fuerza de indiscutibles. Pues bien, ora sean de espíritu inmortal o de aspe las almas, ora se las afirme o se las niegue, y lo que es más, existan o no existan, bástanos, para elevar a la categoría de combate cualquier conflicto mecánico, la realidad de una conciencia o de un consensus instintivo, capaz de sensación y determinación, como representante y rector de la individualidad que en el conflicto toma parte.

Volver a AGONÍA – Inicio