El simbolismo de los autos sacramentales

La segunda excelencia de los autos consiste en su simbolismo amplio y potente, que ve el reflejo de Dios en todo lo creado y enlaza por extraño modo el mundo real y el mundo de la idea, lo visible y lo increado, el cielo y la tierra, la naturaleza y el espíritu, cuanto alienta y vive en la mente y en la historia, para que todo venga a rendir tributo a los pies de Jesús Sacramentado, y a dar testimonio de la bondad inagotable del Dios-Hombre cuyo cuerpo y cuya sangre en presencia real adora la tierra, multiplicados como fértil grano en aras infinitas.

Ni es cosa rara hallar en los autos profunda doctrina sobre las relaciones de Dios con la naturaleza, del cuerpo con el espíritu, de loe sentidos con las potencias del alma. Todo esto, a la verdad, de una manera algo incoherente, sacrificando muchísimas veces la forma a la idea abstracta y pura, y tal que no cabe en el arte; y otras veces, por el contrario, anegando la idea en un mar de insulsa y barroca palabrería.

Por lo mismo que Calderón es muy lírico en sus autos, suele incurrir allí en los mayores desvaríos de la lírica culterana, si bien la vegetación parásita del estilo no le sirve, como a otros, para encubrir la vacuidad de pensamiento.

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