El potasio en los abonos

Las primeras materias que suministran potasa a los agricultores para la fabricación de abonos son: las minas de Stassfurt (Alemania); los residuos salinos de las fábricas de azocar de remolacha, las cenizas de loa vegetales y la explotación de las aguas madres de algunas lagunas saladas.

Las diversas sales potásicas descubiertas en Stassfurt son:
La carnalita o sea el cloruro doble de potasio y de magnesio.
La epsomita o sulfato de magnesia.
La silvina o cloruro potásico.
Y un residuo denominado kainita que es mas mezcla de sulfato y cloruro de potasio, de sodio y de magnesio por la potasa que contienen.

A pesar del poco tiempo que llevan descubiertas las sales de Stassfurt, ha tomado una importancia tan grande su extracción y su aplicación a la industria de abonos potásicos, que hoy se exportan muchos millones de toneladas de estas sales brutas que se consumen con gran aceptación en los diversos países de Europa.

En las destilerías, en que se utiliza como primera materia para la preparación del alcohol el azúcar de remolacha, quedan como residuos de la destilación de las melazas fermentadas materias muy ricas en potasa extraída del suelo por la misma remolacha. Estos residuos son tratados en grande escala en fábricas especiales, obteniendo de ellos como producto principal carbonato de potasa, cuyo precio es muy elevado para emplearlo en explotaciones agrícolas, y como productos secundarios el cloruro potásico y el sulfato de potasa, sustancias muy apropiadas por su precio y condiciones para servir de primeras materias en la fabricación de abonos.

Las cenizas de los vegetales son también un manantial importante de potasa. Presentan, es verdad, una composición muy variable, según la planta de que procedan, pero siempre son abundantes en carbonatos alcalinos. Por lo general un 15 o 16 por 100 de las cenizas es soluble en el agua, y la mitad de esta porción soluble suele ser carbonato potásico o bien sodio en algunas plantas de las costas; las materias insolubles que forman el 84 a 85 por 100 de la cenizas, están compuestas principalmente de carbonatos de cal y de magnesia, lo cual indica que las cenizas son casi abonos completos, pues a excepción del nitrógeno contienen todos los demás elementos que los abonos deben encerrar. De aquí que las cenizas puedan desde luego utilizarse directamente como abono sin más preparación, esparciéndolas directamente sobre el suelo a la dosis media de 25 hectolitros por hectárea. Es muy conveniente emplearlas mezcladas con el estiércol, porque favorecen la descomposición de éste y se parte de las materias insolubles que las cenizas contienen hacen solubles por la acción del ácido carbónico resultante.

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