El hidrógeno como gas utilizado en los aeróstatos

El aeróstato debe encerrar un gas de fácil producción y lo más ligero posible. Entre las varias condiciones que debe satisfacer un globo para ser dirigible, la que acabamos de citar es la más sencilla y la que está completamente resuelta, pues el hidrógeno es el gas que cumple mejor que otro alguno con el objeto a que están destinados esta clase de aparatos; vamos, sin embargo, a dar una ligera idea de los demás cuerpos que se han propuesto para hinchar los aeróstatos.

1° Aire caliente.
2° Vacío.
3° Vapor de agua.
4° Gas del alumbrado.

Sin embargo el gas hidrógeno no tiene rival, a causa de su escasa densidad, que solo es de 0,06, para llenar los globos en el problema de la aerostación; así es que adoptan este fluido todos aquellos que se dedican a esta clase de estudios y trabajos.

Tiene, sin embargo, dos graves inconvenientes: uno la facilidad con que se escapa al través de los poros de la envolvente y el otro su elevado precio.

Quedaba pues por resolver la cuestión de que su fabricación industrial fuera fácil y económica. Muchos medios se han propuesto para dar solución a este problema, pero el que reúne mejores condiciones es el inventado por Mr. Giffard.

La reacción fundamental en que se apoya este método es la reducción del óxido de hierro natural por el gas óxido de carbono, y la descomposición del vapor de agua por el metal reducido. El agua abandona al hierro su oxígeno y el hidrógeno se desprende; el hierro, de nuevo oxidado, es reducido otra vez por el óxido de carbono, y así sucesivamente.

Por este procedimiento el mismo peso de hierro se emplea indefinidamente para aislar el hidrógeno del agua.

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