El estilo de la lengua árabe

La generalización del árabe en el Oriente es una señal de la revolución en las lenguas semíticas.

El árabe es una especie de resumen ampliado de las lenguas de esta familia. Limitadas en otro tiempo a la expresión de sentimientos y hechos, entran en el dominio del pensamiento abstracto y se ejercitan en los géneros de la Literatura de reflexión, en la Gramática, en la Jurisprudencia, en la Teología, en la Filosofía, Ciencias naturales, Historia, Técnica y Bibliografía.

De aquí formas más complicadas con abundante juego de partículas y delicadezas de sintaxis desconocidas al hebreo y al arameo.

El estilo semítico no había presentado hasta entonces sino dos formas: la rítmica o poética, fundada en el paralelismo; y la prosaica, más libre en su marcha, pero sometida al corte del versículo.

El versículo, corte arbitrario en una serie de proposiciones separadas por vírgulas, sólo servía para señalar el punto donde la respiración obliga a tomar descanso y no tenía el valor del período clásico en lenguas que carecían de habilidad de someter a una unidad diferentes preposiciones.

El estilo de la prosa árabe después de la composición del Corán, llegó a ser tan continuo como el de las lenguas europeas. El corte métrico de los períodos sólo ha quedado en este idioma para ciertos trozos de aparato, intermedios entre la prosa y la poesía.

La prodigiosa riqueza lexicográfica del árabe produce la admiración al paso que el retraimiento de las personas que emprenden su estudio. Un filólogo compuso, se dice, un libro sobre los nombres del león en número de quinientos; otro sobre la serpiente en número de doscientos. El persa Firuzabadi, autor del Kamus, dice haber escrito un libro sobre los nombres de la miel, y asegura que después de haber contado más de ochenta, se había dejado muchos. El mismo autor asegura que hay más de mil palabras para expresar la espada, y otros han hallado más de cuatrocientas para expresar la desgracia. Tales hechos dejan de parecer extraordinarios, si se considera que los sinónimos así recogidos no son frecuentemente sino epítetos trocados en sustantivos, o trozos empleados accidentalmente por un poeta.

Sin embargo, resumen el árabe de las demás lenguas semíticas y el arsenal donde han depositado sus palabras, el número de sus radicales es todavía enorme comparado con el de cualquier lengua conocida.

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