El desarrollo de los sentidos de las aves

Las aves siempre están provistas de los cinco sentidos, que por regla general están muy desarrollados; algunas veces hay algunos rudimentarios, pero nunca atrofiados por completo.

Entre todos el más perfecto es el de la vista. La forma y dimensiones del ojo varían mucho, si bien siempre es de tamaño relativamente grande; por su estructura interna puede adaptarse a todas las distancias y posee al mismo tiempo una movilidad extraordinaria. Además de los dos párpados que presentan los mamíferos, poseen las aves otro semitransparente llamado membrana nictitante, el cual puede correrse sobre el ojo para preservarle de una luz demasiado fuerte. La coloración del iris varía mucho según la especie, el sexo y la edad; sin embargo, el color que con más frecuencia se presenta es el pardo.

El oído externo no existe en las aves; las grandes aberturas del conducto auditivo están situadas detrás y a los lados de la cabeza; casi siempre se hallan rodeadas o cubiertas de plumas radiantes, las cuales, no obstante, no impiden el paso a las ondas sonoras. La membrana del tímpano está casi a flor de la cabeza; el conducto auditivo es corto y membranoso, y la caja del tímpano bastante extensa. Los tres huesecillos del oído medio que existen en los mamíferos, están representados en las aves por un solo hueso poliédrico que ofrece alguna semejanza con el martillo y que reemplaza al mismo tiempo al yunque y al estribo.

Los órganos olfatorios están mucho menos desarrollados que en los mamíferos; no hay nariz aparente ni grandes fosas nasales; los agujeros, situados comúnmente en la mandíbula superior junto a la base del pico, son redondos y se hallan desnudos o cubiertos por la piel o por plumas sedosas. La cavidad nasal se divide en dos partes de las que cada una presenta, tres conchas membranosas, cartilaginosas o huesosas por cuya membrana pituitaria está distribuido el nervio olfatorio.

Respecto al sentido del gusto, son muy pocas las aves que parecen estar bien dotadas, pues la forma de la lengua permite suponer que, fuera de algunas especies, este órgano no está destinado a representar dicho sentido. Generalmente la referida lengua es corta y rudimentaria y muchas veces está revestida de una cubierta córnea. La lengua es en las aves más bien un órgano de tacto que de gusto.

El tacto esta sumamente desarrollado en las aves; su piel es muy rica en nervios, y a la lengua, que, como ya hemos dicho, sirve con frecuencia de órgano táctil, ayuda el pico que está revestido de una delicada mucosa.

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