El desarrollo agrícola en América

El maíz, o trigo de la India, fue el primero y más importante de los productos agrícolas para las tribus aborígenes, y también después para los colonos.

El trigo común fue introducido en América por los Españoles durante la conquista de Méjico, hacia el año 1530, y muy pronto se propagó por todas las colonias españolas, así como por una gran extensión del territorio que hoy forma parte de los Estados Unidos. Desde aquella época, el cultivo del trigo en América tomó gran incremento, debiéndose principalmente a las tierras del valle superior del Mississippí, donde la naturaleza parece haber preparado especialmente el terreno para el crecimiento de esta planta.

El tabaco, que se comenzó a cultivar muy pronto y después el algodón, contribuyeron por mucho a impulsar los trabajos agrícolas, verdadera fuente de riqueza y mina inagotable para América.

Los primeros colonos de aquel país no eran agricultores científicos, ni mucho menos; y por otra parte, la falta de útiles convenientes fue un gran obstáculo para que progresasen los trabajos de la labranza. Basta decir que todo aquel que tenía un arado solía alquilarle a sus vecinos mediante cierta retribución. Este instrumento era muy elemental todavía hace poco más de dos siglos, necesitándose tres hombres para manejarle. En 1768 se comenzó a perfeccionar, yen 1819 obtuvose al fin, después de repetidos ensayos, un arado bastante bueno, que se mejoró mucho algunos años después.

La introducción de la segadora, inventada en 1833, fue un gran paso en el desarrollo del cultivo, que desde aquella época tomó cada vez más incremento gracias a las continuas mejoras y a las invenciones que sucesivamente se hacían, y a las cuales se debe que ahora cuenten los agricultores con la más excelente maquinaria.

Los adelantos hechos en esta industria en el último cuarto del siglo no tienen paralelo en la historia del cultivo de la tierra. Solamente en los Estados Unidos, el trillo y la segadora economizan, durante el período de la recolección, el trabajo de dos millones de hombres, y hay máquinas, algunas de ellas movidas por el vapor, que efectúan a un tiempo tres o cuatro operaciones distintas con una precisión y rapidez admirables. La historia de este considerable movimiento agrícola se encuentra en las Memorias anuales de la Sociedad de agricultura del Estado de New York, fundada en 1841.

En todos los tomos que dichas Memorias componen, se contienen numerosas indicaciones acerca de los innumerables concursos agrícolas celebrados en los Estados-Unidos, y respecto a la mejora del ganado y de los ensayos del cultivo de plantas nuevas en aquellas regiones. Estas Memorias, de las cuales se imprime considerable número de ejemplares, ejercen gran influencia en el progreso agrícola de los Estados Unidos. Es de notar que en Norte-América no empezaron a ocuparse de los abonos hasta darse cuenta, por el año de 1861, de los experimentos hechos en Inglaterra por Lawes y Gilbert.

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