El azufre en terapéutica

El azufre en cañón no es oficinal. El azufre sublimado o flor de azufre sirve generalmente para preparar el bálsamo de azufre trementinado o aceite de trementina sulfurado, que se usa tópicamente como excitante de la piel y de las mucosas; la pomada de azufre, formada por uno de azufre por tres de grasa, que se usa como antipsórica, y las tabletas de azufre, que se usan como excitantes tomando una o dos por dosis. La flor de azufre se usa en sustancias a la dosis de dos a seis gramos en el adulto. El azufre precipitado, magisterio de azufre, por estar el azufre en el mayor estado posible de división molecular, es aún más eficaz que la flor de azufre.

Los sulfuros alcalinos, que tienen olor y sabor hepáticos muy repugnantes, administrados a dosis medicinales producen ardor gástrico, y al cabo de cierto tiempo sensaciones molestas y perturbaciones digestivas. Por la acción de los ácidos del estómago dejan desprender hidrógeno sulfurado que se expulsa por eructos. A dosis considerables los sulfuros alcalinos pueden matar por su acción irritante y cáustica, y por el acumulo de gran cantidad de hidrógeno sulfurado en la sangre. En las intoxicaciones por estas sustancias se observan los síntomas de la gastroenteritis y además paresia cardiaca, debilidad muscular exagerada y parálisis. En la orina se encuentran sulfuros alcalinos sin alteración ninguna.

Pueden prescribirse como antídotos directos los hipocloritos disueltos con azúcar, el óxido de hierro hidratado y el sacaruro de óxido de hierro.

Los sulfuros de potasio y de sodio son fuertes, irritantes y cáusticos; el pentasulfuro cálcico es menos activo. Diluidos al 2 por 100, y en lociones repetidas, producen en la piel una irritación inflamatoria y matan los parásitos anima les y vegetales y sus gérmenes con más seguridad y energía que ningún otro medicamento. Las aguas sulfuradas naturales deben sus propiedades a los sulfuros que contienen y al hidrógeno sulfurado libre.

Se emplean en Térapeutica: el trisulfuro potásico, hígado de azufre, como excitante de la piel en disolución débil del 1 por 500 al 1 por 100; el trisulfuro potásico líquido, hígado de azufre líquido, como el anterior para lociones y baños sulfurosos artificiales; el quintisulfuro potásico; el sulfuro sódico cristalizado, que se usa como excitante, y el sulfuro antimónico sulfurado, usado como expectorante a la dosis de 5 a 20 centigramos. Tanto el azufre como los sulfuros se han usado contra ciertas dermatosis, acné simple, acné rosáceo y pustuloso, sicosis; el azufre mezclado con jabón y grasas, es un específico de la sarna y muy útil en las afecciones cutáneas parasitarias.

La flor del azufre en insuflaciones contra la difteria, no ha dado grandes resultados. El azufre ingerido como los sulfuros alcalinas se ha prescrito contra las dermatosis crónicas los padecimientos reumáticos inveterados y las afecciones catarrales crónicas de los órganos respiratorios; en otro tiempo se prescribían también muy a menudo contra la ronquera, las toses crónicas, los padecimientos bronquiales de los niños y como tratamiento consecutivo en el crup.

El hiposulfito sódico o sulfito sulfurado de sosa se descompone en el estómago por la acción de los ácidos gástricos formando ácido sulfuroso y azufre. Lo mismo ocurre con los hiposulfitos térreos. Así sus efectos apenas difieren de los del azufre. A dosis de cinco a diez gramos el hiposulfito de sosa produce diarrea; después de su ingestión disminuye la acidez de la orina y casi toda la sal se elimina en estado de sulfato. Strumpel ha encontrado hiposulfuros en la orina de los enfermos de tifus.

Polli, Ricci, Caparelli, Hyden, eto., etc., han recomendado el uso interno y externo de los hiposulfitos contra todas las enfermedades infecciosas y hasta contra las fiebres palúdicas; pero los resultados no han correspondido a las esperanzas que hicieron concebir estos observadores.

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