El azafrán en botánica y agricultura

Las flores del azafrán son de color purpúreo violáceo, coetáneas con las hojas: nace de un bulbo o cebolla maciza y muy achatada por la parte inferior y de renuevos o búlbulos sobrepuestos en la superior; dicho bulbo está cubierto de túnicas filamentosas, que los cultivadores llaman bollizas, perifolla o camisa; hojas lineales con un nervio blanco y margen revuelta y escamosa, denominada vulgarmente espartillo; escapo corto; espata monofila, membranosa y blanca; perigonio con el tubo muy prolongado y el limbo con las seis divisiones ovales, oblongas; estambres de antenas asaetadas, más cortos que los estigmas; éstos, en número de tres, denticulados en el ápice, muy olorosos y de color rojo; desecados constituyen el azafrán del comercio.

Cultivase esta planta por la materia colorante amarillo-dorado de los estigmas de sus flores, y los bulbos y las hojas pueden servir para alimento del ganado.

Las regiones de la vid y del olivo son las que más le convienen. En España se cultiva en la Mancha (Albacete, Ciudad-Real, Toledo y Cuenca), Alcarria (Guadalajara) Murcia, Valencia, Aragón y en algunas localidades de Andalucía y Cataluña Resiste bien las bajas temperaturas hasta los 15° bajo cero.

Requiere su terreno que no sea compacto ni húmedo en exceso; sufre poco o nada durante las sequías de verano, porque en esa época está suspendida su vegetación y finalmente le convienen abonos dispuestos y abundantes, a fin de proporcionar a la planta alimento suficiente los tres años que dura un azafranal.

Se multiplica por bulbos que se plantan en otoño con el tallito hacia arriba en surcos equidistantes entre sí unos 20 centímetros y cuidando que los bulbos queden en cada surco a unos ocho o diez centímetros usos de otros. Se entierran a 15 centímetros y los únicos cuidados que necesitan consisten en escardar un par de veces al año hasta que se procede a la recolección.

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