El ateísmo en sentido amplio

Tomando en un sentido amplio la palabra ateísmo, se puede aplicar, dicen otros, a toda doctrina filosófica que considera como una ficción el concepto de un Dios personal (con lo cual se confunden ateísmo y panteísmo) y creador del mundo.

El panteísmo, cuya última manifestación es la doctrina monista, tiene cierta vaguedad en su concepción, aunque no es sólo palabra de sentido negativo como ateísmo.

La palabra panteísmo sólo implica negación de la personalidad divina, que considera atributo o determinación impropia de la Divinidad e hija del vicio antropomórfico, de que adolece la inteligencia humana. En tal sentido, puede existir panteísmo, que no debe considerarse equiparado con el ateísmo. Se le objetará con mil y mil consideraciones, que no son atendibles para el ateo.

Pero el panteísmo puede llegar a proclamar la unidad de sustancia, y ésta revelada sólo en las manifestaciones fenomenales, en cuyo caso será un panteísmo materialista, pariente próximo y muy inmediato del ateísmo. A este panteísmo materialista y quizá al ateísmo en general, puede y debe argüírsele con Dollfus “que ningún espíritu que admite un orden universal puede declararse ateo, sin caer en contradicción”.

En el sentido amplio, de que venimos haciendo mención, el ateísmo abraza dentro de sí el atomismo, el positivismo dogmático (que no el crítico, el cual representa especie de compás de espera) y el panteísmo.

Puede además recibir el ateísmo multitud de denominaciones, procedentes, ya del criterio lógico según el cual se concibe la negación (sensualismo, idealismo, empirismo, racionalismo), ya de la abstracción, según la cual se conciba la conexión de los fenómenos entre sí (atomismo, fatalismo, evolucionismo, etc).

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