El arte en la arquitectura griega

Es indudable que la coloración fue siempre un elemento decorativo de importancia en Grecia, pero más especialmente en los monumentos antiguos, pues el adelanto del arte condujo a usar con preferencia de la escultura en bajo relieve, representando grupos o figuras aisladas en los frontones y en las metopas del orden dórico, como en el Partenón, o escenas bélicas y religiosas en los frisos continuos de los otros órdenes.

Abuso de la Escultura fue, sin duda, el empleo de las cariátides y telamones; pero no puede desconocerse que en las raras ocasiones en que se aplicaron como apoyos arquitectónicos las figuras humanas, sobrepujaron en naturalidad y perfección a sus precedentes en Egipto y en Asiria.

Los modelos de Arquitectura griega que podemos estudiar se reducen casi a los templos, donde toda la exornación es exterior. Los monumentos civiles, como ágoras, propíleos y teatros, tomaban de ellos las formas principales, que acomodaron igualmente a los poco abundantes monumentos sepulcrales, como el famoso mausoleo de Halicarnaso, la tumba del León, en Gnido, y los hipogeos de Cirene, no obstante el recuerdo que guardan de las formas del Asia Menor en la distribución de las masas.

La Arquitectura griega, en el período de su esplendor, es un ejemplo acabado de perfección artística, y será siempre fuente de inspiración y modelo de buen gusto. Pero es preciso no caer en el error de muchos arquitectos modernos, que pretendiendo reducir a reglas geométricas, no conocidas ni sospechadas de los antiguos, la distribución y traza de las partes diversas de los órdenes, han falseado su índole y privado de la indispensable espontaneidad a la más bella expresión estética que el arte arquitectónico ha producido.

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