El arado Howard

Es de hierro forjado, y notable por su ligereza y solidez al propio tiempo. Sus formas, sus elegantes y bien estudiadas curvas, al par que sus inmejorables vertederas, construidas con arreglo a los más estrictos principios geométricos, y sus detalles todos, hacen de este arado uno de los instrumentos más preciosos que se han aplicado en estos tiempos al cultivo del suelo.

Una disposición muy ingeniosa de la reja permite modificar a voluntad su posición, sea horizontal o verticalmente, lo que da al labrador una gran facilidad para su graduación. El ala de la vertedera puede separarse o acercarse más o menos al cuerpo del arado, con lo cual puede variarse la anchura del surco. La cuchilla, de mango redondeado, permite variar a voluntad la dirección del corte, y se halla sujeta a la cama por una abrazadera móvil, susceptible de avanzar o retroceder en una longitud de unos 13 centímetros.

Exige relativamente poco tiro, y una vez graduado marcha solo, sin que el labrador tenga que hacer esfuerzo sobre las manceras.

La vertedera está construida de acuerdo en un todo con la teoría. Las generatrices son sensiblemente rectas y convergentes, como las de una superficie helizoidal matemática; la reja, dispuesta de modo que la rotación es progresiva al principio de la vertedera, después es uniforme sobre la mayor longitud de la parte anterior y posterior, y se hace un poco decreciente al final de la vertedera. En sus dos partes es un poco más larga que la indicada por la teoría, pero esta circunstancia no ofrece inconveniente alguno.

El trabajo que ejecutan estos arados no puede ser más perfecto; la banda de tierra, perfectamente cortada por la reja y la cuchilla, se desliza sin esfuerzo alguno a lo largo de la vertedera, que por su longitud y disposición hace que vuelva a caer perfectamente volteada; las vertederas, lisas y pulimentadas, impiden la adherencia de las tierras tenaces a su superficie.

Los grandes arados de Howard, como los de los restantes constructores ingleses, llevan además delante de la cuchilla, y detrás del antetrén sólidamente sujeta a la cama, una barra de hierro, en cuyo extremo, y obrando como si fuera otro pequeño arado, van colocadas una reja y una vertedera que, actuando sobre la tierra antes que el arado, hacen una labor superficial. La adición de esta pieza, sobre todo en la terrenos abundantes en hierbas, es muy beneficiosa, puesto que removiendo y atacando la cama más superficial del suelo, arranca y voltea las malas plantas, las cuales quedan enterradas entre la banda de tierra que voltea a su vez la vertedera principal que viene detrás.

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