El amor y la afinidad electiva según Goethe

Goethe la ha resumido en una sola frase, condensando en ella lo íntimo y esencial del amor y a la vez su índole inefable en todo aquello que posee el sentimiento de irreducible al análisis intelectual. El amor es para Goethe principio universal de vida, que se traduce en afinidad electiva. Referido el fenómeno complejísimo del amor, en parte oscurecido por el histerismo de inspiraciones calenturientas, a los procedimientos más elementales de la naturaleza viva, ha conseguido Goethe, con su símil o representación plástica de la unión de los contrarios, dar una idea aproximada de la característica, inherente al amor.

Entiende la Química por afinidad electiva la tendencia de dos cuerpos a combinarse en un nuevo producto que en casi todas sus propiedades (color, densidad, etc.) es completamente diferente de los cuerpos primitivos y unidos. Frente uno a otro dos cuerpos que no poseen afinidad electiva, pueden hallarse constantemente en contacto, y sólo constituirán una yuxtaposición o agregación mecánica, inerte y sin vida, que no dará de sí ninguna nueva formación, ningún efecto dinámico o resultado vivo; si, por el contrario, poseen afinidad electiva, se unirán para producir bellas y fecundas y siempre nuevas manifestaciones de su existencia y de su vida; que por esto se ha dicho siempre en sentido recto y figurado que “es el amor fuente de la vida”.

Si a esta unión inherente a la afinidad electiva, se añade la condición propia de los elementos que se unen, cuando estos elementos son agentes personales o dotados de racionalidad, es decir, la sustantividad de los seres unidos, se podrá concebir el amor humano, con Goethe, como una afinidad electiva.

Se hallan dotados de ella dos individuos humanos, se aman, pues tienden el uno al otro, y se constituyen como fuente y origen de nuevas formaciones; si no poseen esta afinidad, quedan indiferentes el uno frente al otro. “Este quimismo moral que no explica (y aquí se ofrece a la consideración la naturaleza inefable del sentimiento como irreducible por completo a análisis intelectual) porque un hombre ama a una mujer, que prefiere a todas las demás, y no a otra y a la inversa, es lo que se denomina usualmente la corriente secreta de la simpatía, que si se inicia en una inclinación, evoluciona y concluye en el amor”.

Por contraposición se define en El Banquete también el amor, “unión de los semejantes”. Aparentemente las dos proposiciones son contrarias, pero es evidente que los contrarios se unen en algo semejante, y este punto de vista nuevo en realidad confirma el anterior.

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