El alumbre del comercio suele ser bastante impuro, y la sustancia de que con más dificultad se le priva es el sulfato ferroso: sin embargo, se consigue eliminarlo de él, disolviendo el alumbre en La menor cantidad posible de agua hirviendo, y agitando la disolución hasta que se solidifique, o por mejor decir, hasta que cristalice la sal.
Por medio de repetidas cristalizaciones se consigue separar también el sulfato ferroso del alumbre; pero el medio más seguro para privarle completamente de esta sal, es disolverle en agua hirviendo, y añadir a la disolución, a esta temperatura, otra de hígado de azufre hasta que no se forme un precipitado negro que tira a verde, que es sulfuro ferroso; se separa el precipitado por medio de un filtro y se deja el líquido abandonado a sí mismo para que cristalice.
El alumbre es una sal incolora, e inodora y de sabor astringente. Es muy soluble en el agua, pero muy poco a la temperatura de 0°.
Cristaliza en octaedros, abandonando la disolución concentrada en caliente.
El alumbre expuesto al calor rojo, se descompone en ácido sulfuroso, oxígeno y alúmina, que queda mezclada con el sulfato potásico, pareciendo a primera vista que queda privado de la facultad de disolverse, cuando ha perdido el agua de cristalización, pero no es así, puesto que por un contacto algo prolongado con el agua se disuelve por completo.
El alumbre tiene importantísimas aplicaciones en las artes y en la Medicina. En la tintorería se le usa para fijar los colores en los tejidos, o sea como mordiente. Con esta sal y el acetato plúmbico se prepara por doble descomposición un líquido que tiene disuelto sulfato potásico y acetato alumínico, que se usa como mordiente y también en inyecciones para conservar los cadáveres.
En Medicina se hace uso de él, para cohibir las evacuaciones mucosas crónicas, las hemorragias pasivas, las diarreas rebeldes y en el tratamiento del cólico saturnino. Se usa también para combatir las oftalmías, las anginas rebeldes y hasta como un hemostático poderoso.
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