El alumbrado eléctrico en los barcos

En estos últimos años se ha logrado aplicar con buen éxito el alumbrado eléctrico, tanto para el interior de los barcos, como para los fuegos exteriores.

Para el interior se emplean naturalmente lámparas de incandescencia, cuyos efectos luminosos son excelentes para el caso, y que tienen además la gran ventaja de suprimir casi completamente los riesgos de incendio y explosión.

Las antiguas luces de las bandas se obtienen hoy día ventajosamente, ya con fuertes lámparas de incandescencia de diez mecheros Carcel, ya con lámparas de arco voltaico de 30 mecheros Carcel.

Para los fuegos de mesana no puede emplearse un foco eléctrico muy intenso, porque proyecta en toda la parte anterior del buque un haz luminoso que puede ofuscar la vista del oficial de cuarto y de los tripulantes de guardia. Para los fuegos de señales se han ensayado, con muy buen éxito, lámparas de incandescencia.

Por ultimo, en estos últimos años se han provisto muchos buques, especialmente los de guerra, de una especie de lámpara o linterna de faro provista de poderosos reflectores y aparatos lenticulares que permiten mandar un haz luminoso a una gran distancia, proyectando viva luz sobre puntos lejanos que les sirven para investigar desde muy lejos el estado del mar, los accidentes de las costas y los movimientos de otros buques.

La alimentación de todos estos focos eléctricos en los barcos puede obtenerse por medio de corrientes alternativas o de corrientes continuas; en los barcos es preferible este último método que se presta mejor a la subdivisión del alumbrado por incandescencia y que presenta menos peligros de inflamación.

En general, se emplean máquinas dinamo-eléctricas de poco volumen, que no den más de 600 vueltas por minuto y cuyo motor debe ir provisto de un regulador de velocidad y alimentarse con una caldera especial independiente de las grandes calderas de la máquina del barco.

La objeción más grave que se hace al alumbrado eléctrico en el interior de los barcos, es el peligro que resultaría de que cualquier accidente del motor, de la máquina dinamo-eléctrica o de los conductores privase de repente de luz a todo el barco. Para remediar este peligro se aconseja que las instalaciones para el alumbrado eléctrico sean dobles y que se lleve además como suplemento algunas lámparas de aceite convenientemente colocadas.

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