El alma según la filosofía de Kant

Corregidos se hallan implícitamente estos errores por movimientos y manifestaciones de la cultura que, divergentes unos de otros, concurren a este mismo fin; nos referimos a la filosofía Kantiana, a la Psicología inglesa de la asociación y a la sistematización pretendida y ensayada del Pesimismo en los tiempos actuales.

Cuando Kant, con su célebre distinción establecida en las dos Críticas, pone frente a la razón pura (teórica y exclusivamente intelectual) la razón práctica, que reconstituye y plenifica el conjunto de moldes vacíos hallados por la especulación, esparce al lado de los fundamentos de su moral (idea de la libertad y sentimiento del deber), el germen de los demás elementos o factores de la realidad anímica, olvidados y aún desconocidos por este intelectualismo. Y entonces se elevan, en la concepción filosófica, a la categoría y dignidad de facultades anímicas, al igual de la inteligencia, la sensibilidad y la voluntad, que han de determinar en lo sucesivo los componentes de toda síntesis espiritual.

Progreso es éste, cuya apreciación cumplida para el problema psicológico podrá formularse como precedente del estudio de la complexión anímica, supuesto necesario de todas las luchas, contrariedades y desequilibrios que el hombre siente, mejor que explica, dentro de sí mismo. Por si este progreso, anticipadamente señalado en la especulación filosófica (siquiera la doctrina de Kant tenga una base empírica de que no se debe prescindir) pudiera menospreciarse o concederle simplemente el valor provisional de un presentimiento, la Psicología inglesa de la asociación, desde el campo de la experiencia, colabora también a la preciada obra de corregir el error capital del intelectualismo cartesiano, estatuyendo como condición final de su brillante evolución que el hábito (voluntad) y la asociación (enlace formal de sensaciones) son los ejes alrededor de los cuales gira nuestra vida anímica.

Nota común a toda esta escuela, es la idea que considera que dentro del problema psicológico late y se agita la coexistencia, simultaneidad y luchas reciprocas del conocimiento, sentimiento y volición de la realidad anímica.

Con esta suma de elementos se facilita además la pretendida sistematización científica del Pesimismo, intentada por Leopardi en su libro L’Infelicitá y llevada a cabo por Schopenhauer, cuando la hace preceder su teoría de la voluntad.

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