Los monumentos arqueológicos de la Media, la Susiana, la Armenia y la Persia presentan frecuentemente inscripciones grabadas con caracteres cuya forma compuesta de trazos semejantes a los de una cuña, hace que se les dé el nombre de cuneiformes.
El trazo en figura de cuña se presenta unas veces horizontal, otras vertical y otras duplicado y en forma de llave o de acolada tipográfica.
Los trabajos de Niebuhr, Tychsen, Münter, Gotefend, Burnouf, Lassen, Rawlinson, Spiegel, Botta, Layard, Opper y Menant, han producido como resultado el descubrimiento y la interpretación de estas incripciones.
Dos siglos antes que todos ellos, un español llamado D. García de Silva, de la familia de los duques de Feria, embajador enviado a Persia por Felipe III en 1618, advertido previamente por Fr. Antonio de Gobea, también español, visitó las ruinas de Persépolis y fue como el precursor de los descubridores de la escritura cuneiforme. “Las letras, dice al describir su viaje, se componen de pequeñas figuras piramidales combinadas de diversos modos y se las ve en muchos puntos de los edificios”.
Derívase la cuneiforme de una antigua escritura jeroglífica usada en el centro del Asia y de la cual no quedan monumentos, pero sí algún rastro, apenas perceptible, en las inscripciones de Nínive, Babilonia, Media y Persia.
Usóse la escritura cuneiforme para escribir, además de los dialectos semíticos de Asiria, otras cuatro lenguas anarias, los dialectos turanios de la Caldea, de la Media y de la Susiana.
Su carácter era fonográfico-silábico, sirviendo cada signo para designar, ya sílabas simples, es decir, constituidas por una vocal y de una consonante, ya compuestas, es decir; formadas por varias consonantes.
Hacia el siglo vi antes de nuestra Era, los Iranios adoptaron esta escritura, pero transformándola en cuanto al valor de sus signos, con los cuales indicaron, no ya sílabas, sino articulaciones vocales de su idioma, convirtiéndola por tanto en alfabética. Este uso, que apareció bajo Ciro, desapareció dos siglos más tarde, en tiempo de Dario Codomano, sin que se extendiera su uso ni fuera de la Persia, ni a tiempo posterior al siglo iv antes de J.C.
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