El alcoholismo

Conjunto de trastornos anatómicos y funcionales, producido por el abuso de bebidas alcohólicas. La denominación y primera descripción de este estado patológico se debe a Malthus.

Ya hemos estudiado la potencia tóxica de los diferentes alcoholes. Todas las bebidas que los contienen pueden ser, a ciertas dosis, más o menos tóxicas, según la cantidad y naturaleza de los alcoholes y sus derivados que entren en su composición.

Aparte de este elemento causal, indispensable para la producción del alcoholismo, hay que tener en cuenta las circunstancias individuales, pues no todos los sujetos tienen igual resistencia a la acción de las bebidas alcohólicas, ni tampoco en todos se afectan en igual grado aquellos órganos en que el alcohol ejerce sus estragos. La fortaleza del cuerpo, la salud mental, la alimentación suficiente y el buen régimen higiénico, aumentan la tolerancia.

Se divide el alcoholismo en agudo y crónico. El alcoholismo agudo es el producido por la ingestión de dosis fuertes de bebidas alcohólicas en breve tiempo por sujetos no alcohólicos. Comprende todas las formas y grados de la embriaguez o borrachera. Erróneamente se incluye el delirium tremens en el alcoholismo agudo, puesto que es, propiamente hablando, una fase aguda del alcoholismo crónico.

La ingestión de una bebida alcohólica en dosis no excesiva, determina en primer término fenómenos de excitación general.

La respiración, la circulación y la temperatura, se elevan ligeramente; se experimenta sensación de bienestar y gran facilidad para las emociones agradables; la excitación cerebral se manifiesta por mayor locuacidad, exaltación de las facultades intelectuales que hace las concepciones más fáciles más brillantes, y su expresión verbal, o mímica, mas ingeniosa, elocuente y activa.

A esta energía mayor en la esfera de las emociones y de las ideas, corresponde mayor intensidad en las reacciones psicomotoras; se experimenta sensación le más poder y constantes impulsos a la acción, al mismo tiempo que se relajan los frenos que contienen al hombre normal dentro de la prudencia.

La percepción y la atención están un tanto embotadas y los movimientos pierden la precisión normal y más tarde la fuerza; la palabra es insegura, la marcha vacilante, etc.

Por parte del aparato digestivo se observa: boca seca, la saliva se hace espesa y viscosa, pirosis y agrios, muchas veces náuseas y vómitos muy ácidos que alivian y despejan un tanto al ebrio; más tarde sobrevienen cámaras diarricas. La hepatalgia y la ictericia son fenómenos consecutivos más caros.

Cuando la cantidad de bebida alcohólica es mayor, al período de excitación sucede una depresión, un letargo, algunas veces un verdadero estado comatoso con congestión cerebral intensa. La exposición al frío, en estas condiciones, ocasiona la muerte.

No siempre el alcoholismo agudo reviste esta forma ordinaria. Ciertos individuos predispuestos a la locura, suelen presentar bajo la acción del alcohol un acceso de delirio furioso, muy semejante al delirio epiléptico.

Algunas veces sobrevienen accesos convulsivos, aunque sin presentar las fases del ataque verdaderamente epiléptico, como Magnan lo ha observado en los animales.

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