El aire en la higiene

Entre las variaciones en la composición química del aire que más importan al higienista y al médico, están las que resultan de la adulteración del aire no renovado y viciado por la respiración y la combustión, aire que se denomina confinado.

Un hombre adulto quema durante el reposo 12 gramos de carbono y exhala 22 litros de ácido carbónico; luego para mantener normal la atmósfera limitada que respira, será necesario suministrarle un mínimum de 6 metros cúbicos de aire nuevo por hora.

Si la renovación del aire es insuficiente, resultará un defecto de oxígeno y un exceso de ácido carbónico, que pueden hacer la atmósfera impropia para la respiración y mortal.

Pero los efectos asfíxicos y tóxicos del aire confinado, no se deben sólo a estas alteraciones en la proporción del oxígeno y del ácido carbónico. Resulta de experimentos practicados por Gavarret, que el aire confinado puede provocar accidentes graves y la muerte por la acción de los miasmas pútridos acumulados en él a consecuencia de la exhalación animal.

Las partículas orgánicas arrastradas por la exhalación pulmonar y cutánea entran en putrefacción en la atmósfera caliente y húmeda formada por el aire confinado y aunque se renueve el oxigeno consumido y se fije el ácido carbónico en exceso, no se destruye el mefitismo provocado por la respiración. Estas nociones tienen capital importancia para la ventilación de las habitaciones, hospitales, cuarteles, teatros, etc.

El aire puede contener en suspensión infinidad de sustancias inorgánicas u orgánicas y éstas vivientes o no vivientes y provocar en la economía animal, por esta causa, numerosos estados anormales.

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