El ahorro y la clase trabajadora

¿Qué ha de cercenar en el consumo diario la familia de un trabajador, que nunca ve satisfechas sus más apremiantes necesidades?

Esta consideración se hacen hombres muy discretos, que vivamente se interesan en la suerte de las clases menesterosas. Pero obra del trabajador desvalido es el capital reunido en las cajas de ahorros; obra de los necesitados es la formación de miles de sociedades cooperativas, que tanto contribuyen a mejorar la situación del obrero. Lo difícil es comenzar. Después que se pone en juego la energía do nuestra actividad, aparecen con todo su vigor resortes íntimos, que a menudo quedan atrofiados por falta de ejercicio. Este aspecto del ahorro es acaso el de mayor interés para el progreso humano.

Es opinión muy generalizada que el ahorro se hace en detrimento de los trabajadores, siempre que reconoce por causa la supresión de gastos superfluos. Fíjase la atención tan sólo en que, restringiendo el consumo de artículos de lujo, se origina en industrias determinadas una verdadera crisis. Es causa de su malestar, sin duda alguna, la perturbación que experimenta la industria de un país, comarca o localidad, cuando las relaciones entre la producción y el consumo sufren alteración, aunque ella sea pasajera.

Estos desequilibrios en el orden económico son muy frecuentes. Muchas veces el gusto de los consumidores, que se modifica, o los cambios de la moda; otras veces la rápida transformación, que introduce en la vida industrial un descubrimiento científico, o las oscilaciones del progreso, llevan en pos de sí resultados funestos para las clases trabajadoras. Estos son accidentes inevitables, ante los cuales no es dable que se detenga la marcha de la civilización, tan beneficiosa para las grandes masas.

No es camino de rosas el que recorre la humanidad en su inacabable peregrinación: desgraciadamente está sembrado de espinas. Reconociendo que la desaparición de una industria cualquiera, sea o no de artículos, de lujo, origina en su esfera de acción perturbaciones económicas, perjudiciales por el momento a una clase de trabajadores, vista la complejidad de relaciones en su conjunto, resulta beneficiosa para la sociedad la supresión de gastos superfluos.

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