El agua en la mitología griega

La hipótesis de que en el pensamiento religioso de los griegos se confundiera el océano de las aguas con el de los aires, no está probada; pero sí es cierto que aunque traigan origen védico los mitos griegos referentes al océano, tienen mucha originalidad de invención e importancia más grande que en ninguna otra mitología.

Pontos, hijo de Gad, es una personificación del mar, por más que el dios marítimo por excelencia es Nereos, hijo de Pontos, cuyo nombre indica la idea del agua en movimiento, como el de las Náyades, sus hijas, que representan las bellezas del mar.

Proteo es otro dios marino, de origen extranjero, confundido quizás con el citado dios Nilo de los egipcios: de caracter profético como Nereo, era, según el concepto homérico, el manantial primitivo y misterioso de todos los seres que tenían en él su principio y su fin.

Otra variante de estos dioses era Phorkys, también llamado “viejo del mar”, símbolo de la agitación de las ondas y según la Odisea esposo de Thoosa, ninfa de las tempestades. Al mismo ciclo pertenece Atlas, conocedor de todos los abismos del Océano, titán que sustentaba el cielo expresando las relaciones de éste con el mar, y Glaucos, símbolo del reflejo de la bóveda celeste en el mar.

Pero el dios supremo de las aguas, como Zeus lo era del cielo, era su hermano Poseidón, nombre identificado con el sanscrito idas pati, que significa “dueño de las aguas”, en cuyas profundidades misteriosas tenía su palacio. La idea de la tierra fecundada por las aguas, dio origen a diversas fábulas referentes a los amores de Poseidón con varias ninfas como Amymona y Anfitrite.

Por el contrario, los peligros del mar estaban personificados en los seres monstruosos que forman el cortejo de Poseidón: Tritón, Iso y Melicertes, las Sirenas, Caribde y Scilla.

En contraposición de las deidades marítimas, había las de las aguas dulces, a cuyo frente colocan los mitógrafos al Océano, como fuente común de los ríos, sus hijos, o de Zeus, pues sus aguas se suponían bajadas del cielo; el culto a los ríos fue puramente local y entre ellos figuran Inacos, Asopos, Cefiso, Peneo, Aqueloo, Ilfeo e Ilissos.

Al mismo ciclo pertenecen las ninfas, hijas igualmente de Zeus, dios de la tempestad, simbolizando por consiguiente las aguas pluviales que acumuladas en lugares secretos de las montañas, producían luego los manantiales; su origen esta en las Apsaras del Veda.

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