El agua en la fisiología

El principio constitutivo más abundante del organismo animal es el agua. Forma parte de todos los humores y tejidos, aun de los más compactos, como el esmalte dentario.

Obra como disolvente, pero aun más principalmente como líquido de imbibición; compenetra la sustancia organizada y es retenida por ésta mediante una atracción especial. A ella deben en gran parte los tejidos y los órganos sus caracteres físico-anatómicos y especialmente su estado blando particular.

La cantidad de agua que entra a formar parte del organismo humano representa el 59% del peso total. Es aún mayor esta proporción en el embrión, pero disminuye sucesivamente en las edades del crecimiento hasta el desarrollo completo.

Berold ha demostrado, con experimentos numerosos, que cada animal contiene una cantidad de agua que es constante para su edad y para su especie. Los distintos tejidos y órganos contienen cada uno distinta proporción de agua.

Estas cifras no tienen valor absoluto, pues le cantidad de agua de los tejidos puede experimentar variaciones por circunstancias fisiológicas y patológicas.

Aparte del agua líquida, se encuentra en el organismo, sobre todo en el aire espirado de los pulmones y de los bronquios, cierta cantidad de agua en estado de vapor. El aire espirado está casi siempre saturado de vapor de agua, y el cuerpo pierde diariamente por esta vía gran castidad de agua.

Es digno de llamar la atención que existen tejidos y órganos cuyo contenido acuoso es más considerable que el de sus materias sólidas, y sin embargo, estos cuerpos no tienen tendencia a fluidificarse. Los riñones, por ejemplo, contienen mayor proporción de agua que de sangre.

Resulta de aquí, que el agua desempeña en los tejidos distinta función que en los líquidos animales, donde produce principalmente efectos disolventes. Hay que notar, además, que la consistencia de ciertos líquidos depende menos de la cantidad de agua que contienen, que de la naturaleza de los principios disueltos: el mucus, el esperma y la bilis son líquidos espesos, aunque contienen más agua que la sangre.

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