El adulterio en la Biblia

Que lo es por naturaleza, aun sin las leyes de Moisés y el Evangelio lo acredita el castigo que Dios impone por la mala condescendencia de Abrám consintiendo que su mujer Sarai, aunque estéril y sin familia, adulterase con los reyes de Egipto y de Canán.

Abrám, al entrar en Egipto, persuade a Sarai que diga que es hermana suya, porque no le maten los egipcios; en efecto, se apoderan de ella y la llevan como soltera el harem del Faraón.

A pesar de que el adulterio de aquel era sólo material e inconsciente, Dios le castiga. El monarca egipcio echa en cara al patriarca con mucha razón su doblez, y le devuelve a su mujer, como luego sucedió otra vez con el rey Abimelech de Gerara.

Se ve pues que, aun antes de la ley de Gracia, castigaba Dios como delito contra la naturaleza el adulterio y adulterio sólo material por parte del hombre, aun mediando el consentimiento del marido.

Este caso feo, y hoy día ignominioso y hasta ridículo a los ojos de la sociedad, y por desgracia no raro, es pecado reservado en algunas sinodales diocesanas.

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