El acónito en la historia

Los acónitos, o por lo menos algunas especies de ellos, son conocidos desde muy remotos tiempos.

La fábula griega dice que el acónito nació de la baba del Cancerbero, y Ovidio cuenta en sus escritos que el acónito entraba en la composición de la famosa bebida de la hechicera Medea. Horacio, Juvenal y Amonio, hacen también indicaciones respecto a las propiedades venenosas del acónito.

Las propiedades tóxicas del acónito son conocidas también hace mucho tiempo. Refiere Plutarco que estando Hyrodes enfermo de hidropesía, Phraates, su hijo, le dio acónito con intención de matarle; lejos de conseguirlo, el enfermo se alivió de su hidropesía.

En los comentarios de Matthiola sobre la materia médica de Dioscórides, refiere los experimentos hechos con el acónito napelo sobre dos reos de muerte, por orden del Papa Clemente VII para probar el valor de un contraveneno; pero la historia médica de la sustancia que nos ocupa principia con la Memoria de Stoerk.

Desde entonces han sido muchos los médicos que se han ocupado de este asunto.

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