El accidente en lógica

En suma, el accidente y lo accidental existen in mente, pero no in ré. Admitida esta existencia inteligible de lo accidental, se señala en Lógica los sofismas del accidente o per accidens (fallacia accideutis) y el opuesto pie consiste en inferir de lo relativo a lo absoluto (a dicto secundum quid ad dictara simpliciter). En el primero se concluye de lo esencial a lo accidental y en el segundo inversamente.

Cuando decimos: “el médico ha curado al enfermo, luego es un buen médico.” caemos en el sofisma a dicto secundum quid, porque puede el médico, sin ser bueno, haber curado al enfermo por casualidad. Incurriremos por el contrario en el sofisma per acciderts, si decimos: “este es un buen médico, luego curará al enfermo.” afirmación que no se puede tomar como absoluta, porque, aun siendo bueno, el médico es susceptible de equivocación o falta de acierto.

Whately (V. Logique) cita este otro ejemplo: “todo lo que se lleva al mercado se come, se lleva carne cruda, luego se come la carne cruda.” sofisma que consiste en concluir aplicando a un estado particular de la carne lo que no es verdad sino de la carne en general, sin distinguir si está cruda o cocida.

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