El ábaco natural

Llamábase así la mano del hombre, considerada como aparato para hacer todas las operaciones numéricas. Este estudio de la mano llegó a formar un arte muy complicado, por medio del cual se efectuaban hasta cálculos largos, y estaba tan infiltrado en las costumbres populares, que desde Juvenal, Plinio y San Isidoro hasta Nebrija, apenas hay escritor que no lo cite o explique, incluyéndose en la enseñanza de la aritmética hasta principios del siglo xvi. En las artes y religiones antiguas, así como en los misterios, tuvo gran importancia este sistema de numeración, que ha sido común a todos los pueblos. La estatua de Jano, por ejemplo, tenía los dedos de la mano expresando el número 365; que es el de los días del año.

Todavía quedan en nuestras costumbres populares algunos restos de este ábaco primitivo con que se hacían los cálculos en la vida doméstica y en las ciencias; y entre ellos citaremos el modo de saber los días que tiene cada mes del año, contando por las articulaciones de las primeras falanges de los dedos, y dando treinta días a todos los meses que corresponden al intermedio de dos articulaciones, y treinta y uno a los que corresponden a la misma articulación; ejemplo que puede servir para demostrar hasta que punto estaba estudiada la mano, considerada como ábaco matemático. También se conservan en España, especialmente entre los pastores y gente del campo, curiosísimas aplicaciones de la mano, fundadas en relaciones numéricas, que servían antiguamente para reducir los florines a reales, los zaenes y tarjas a maravedises, y sobre todo los reales a maravedises.

Algunos autores han llamado también a la mano ábaco principal o primitivo (abacus primus, abacus princeps), porque los primeros hombres contaron indudablemente por los dedos de la mano, y de aquí proviene el sistema de numeración decimal.

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